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No es norma general en este espacio pero hoy quiero publicar un artículo de otro cofrade, Manolo Floriano, sobre el origen y las antigüedades de las cofradías cacereñas.
El artículo no se ha publicado hasta ahora en ningún medio. Lo recojo aquí íntegro y bajo expreso consentimiento de su autor, en primer lugar porque me parece que el contenido es muy valioso, y en segundo lugar porque creo que este tipo de trabajos deben estar accesibles y difundirse para todo el mundo.
LAS COFRADÍAS CACEREÑAS Y SUS ANTIGÜEDADES

 

Cuando se habla de las cofradías cacereñas y sus antigüedades, se tiende a hacer una mezcolanza entre cofradías de caridad, de misericordia o de penitencia difícil de digerir y que algunos cofrades hacen para ser los más, vivimos anclados en el más: la cofradía más antigua, la que más hermanos tiene, la que tiene el mayordomo más joven, la más austera, la de más devoción, la que tiene más arte…

 

Las cofradías de las que hablamos son cofradías penitenciales, coordinadas por “La Unión de Cofradías Penitenciales” y a eso nos debemos ceñir, nada de hacer mezclas para tergiversar la verdad histórica, que es una y se demuestra consultando los numerosos documentos que se encuentran en los diversos archivos de nuestra ciudad, que están a disposición de las personas con intranquilidad por investigar y conocer la Historia de la ciudad y en los libros publicados por diferentes investigadores que plasman en sus escritos dándonos toda clase de detalles de sus investigaciones, para que conozcamos lo realizado por los que nos precedieron.
 
Para ello ponemos algunos ejemplos esclarecedores que nos dan idea de que se ha tergiversado la antigüedad. Las cofradías se reúnen para acordar si deben entregar los libros de Acuerdos que tienen entradas de caudales, al Visitador General. Se produce en esta reunión el siguiente:
 
Acuerdo de 27 de febrero de 1699, hecho por la Cofradía de la Cruz y demás cofradías de esta Villa. Se reúnen en la ermita de Sancti Spíritu (actual sala Capitol), juntos y congregados dicen que la Vera Cruz es la principal de la Villa y juntas a las demás que hay en ella y sus antigüedades que son como siguen:
 
La Vera Cruz conviene a saber Fernando Alonso Flores su Mayordomo; Cofradía Ntra. Sra. de la Misericordia su Mayordomo Juan Solís; Cofradía de la Soledad su Mayordomo Diego Alonso Merino; Ntra. Sra. de la Caridad; Cofradía de las Benditas Ánimas; Del Dulce Nombre de Jesús; Ntra. Sra. del Rosario; De San Diego; Santo Cristo de Santa María (Cristo Negro); Cofradía de San Benito y Cofradía de la Montaña. Se encuentra esta información en el Libro de Actas y Acuerdos 1634-1778 del Libro 110 Archivo Diocesano página 16.
 
El 9 de marzo de 1699 se ratifica este acuerdo en el mismo lugar en que se reunieron la vez anterior.
 
En el Artículo 15 de las Ordenanzas de la Cofradía de San Benito de 1621 sigue en los siguientes términos:
 
“Ytem (Igualmente) ha de tener dicho mayordomo, obligación el día de la publicación de la “Bulla de la Sancta Cruzada” que se pone en la ermita de “Señor San Benito” de la plaza de esta Villa de acudir con dos velas y encenderlas en el altar y una “Tovalla” (toalla) en que la Bulla se lleva a la Iglesia Parroquial de Santa María y dos hachas (velas colocadas en soporte especial), para que los Alcaldes de dicha Cofradía las lleven encendidas y el otro Alcalde el Estandarte, se les apercibe que han de ir junto a la Bulla hasta salir del portal de dicha ermita y luego se han de pasar delante de las hachas de la Vera Cruz acompañando la Bulla hasta la Iglesia de Santa María de dicha Villa”.
 
Creo que no cabe ninguna duda el motivo de ¿por que los Alcaldes de San Benito tienen que ceder en los de la Vera Cruz su puesto representativo?. Página 8, Libro 75 Archivo Diocesano. Libro de Acuerdo y Elecciones hasta 1840 de la Cofradía de San Benito.
 
Tomás Pulido Pulido en su libro Notas para la Historia de Cáceres publicado por la Institución Cultural el Brocense. Cáceres 1991.
 
En su página 16 “La Cofradía de la Santa Vera Cruz. Se la considera como Cofradía mayor y presidía a la de la Soledad, Caridad y Misericordia. Estuvo inicialmente localizada en la ermita del Humilladero (Junto a la casa de Guayasamín) y se trasladó a San Francisco en 1500. ( Fuentes, Hurtado P. La Parroquia página 84).
 
En 1583 el Obispo D, Pedro Galarza mandó Juntar en la de la Soledad las cofradías de San Antonio de los Vaqueros, San Lázaro y San Andrés y a partir de esta incorporación se llamó Ilustre y Real Cofradía de Santa María de la Soledad de los Caballeros ( la misma página de la cita anterior).
 
En la página 32 “Voy a referirme en particular a la Cofradía de la Misericordia que desde 1627 se llamo de Nazareno”.
 
En el Libro donde están los Mayordomos desde 1599, en la cuenta que se tomó al mayordomo Francisco Martin Ojalvo por el año 1609 aparece la partida de descargo de trescientos Reales que se pagaron a Tomás de la Huerta por el Xto. Nazareno.
 
Creo que con todas estas citas se puede sacar cual es la Cofradía más antigua de la Semana Santa cacereña. 
 
Las cofradías nacieron para cubrir las carencias de las sociedades de aquellas épocas lejanas. Sus fines eran de servicio a la sociedad que las vio nacer, por eso eran variados y diversos. Todas cumplían una de las Obras de Misericordia ¡Enterrar a los muertos!, ayudar a los necesitados, consolar y asistir a los que iban a ser ajusticiados. Atender a los enfermos para ello fundaron Hospitales o costeaban salas enteras de los mismos.
 
Este servicio a la sociedad es lo que verdaderamente hace importante a una Cofradía.
 
Lo demás son fantasías a las que se acuden, tergiversando la verdad, por eso debemos ser rigurosos y no inducir a error.
 
Todo está en los libros y documentos, fundamentado y probado fehacientemente, por ello no debemos reescribir la Historia puesto que ya está escrita.
 
 
Manuel Pedro Floriano Bravo.

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Aquella pluma
A veces uno no sabe qué contar a los cofrades sobre una Semana Santa de la que ya se han aireado hasta sus detalles más íntimos. En estos tiempos que corren se me antoja una pretensión insolente, como falsificar una pintura miles de veces admirada en el museo.
Nuestra cofradía es uno de esos lienzos añejos. Los hermanos representamos en la calle una proyección indivisible, en la que no se distinguen escenas separadas ni compartimentos estancos. La acción de los dos primeros pasos transcurre en Getsemaní. Es el mismo huerto con su mismo pasto y su mismo cielo, acaso con las mismas vides en su linde. Sabemos que el sayón del Prendimiento se ocultaba aviesamente tras la maleza en la Oración, esperando su señal. Quizá la soga que sostiene sea la misma que entrelaza las divinas manos del Amarrao. El rostro que recibe el beso del traidor pertenece al mismo hombre flagelado que se asoma por la trasera de San Juan. La Cruz donde reposa el Santo Cristo es la misma que remata a nuestra Dolorosa, y es también nuestra Titular. La procesión es un todo. Sin solución de continuidad, los actores secundarios de la Pasión se alzan protagonistas y coronan esta magna obra de mil colores, a veces rebujándose en un bullicio difícil de comprender para quien no ha vivido esto realmente en sus entrañas. Y nos acordamos entonces de las grietas de una peña, de aquella danza del olivo, la sobriedad de un capitel, el brillo frío del puñal o el farol destartalado del romano. Por algún zaguán de la calle Ancha aletean las memorias de la antigua procesión de la Sangre, la bandera de los disciplinantes y el redoble rotundo de los tambores.
Tambores…
No sé a ustedes, pero a mí la Vera Cruz me suena más a pellejo que al viento de las cornetas. Contemplando al Señor Orante, me viene a la cabeza aquella pluma del ala diestra del ángel ansiosa por acariciar los muros del portón de San Mateo. O ese cáliz luminoso entregado sin destino. Mientras amaso estas líneas escucho el tintineo de cuatro grilletes escarbando en el mármol de la columna. Y cuando yerro me acuerdo del peso de la Zapatona, Madre que va recogiendo uno a uno los pecados perdonados por su Hijo unos metros más alante. ¿Cómo no va a pesar la Zapatona? Yo he visto a la gente confesarse alrededor de este paso. Así entonan sus horquillas la canción pura de Cáceres; los poros de su madera sudan y expelen cada uno de nuestros males absueltos para la eternidad. Uno en verdad siente envidia de no poder perderse por un instante, ser parte de la muchedumbre y saborear despaciosamente tal cortejo de punta a punta, desde la Cruz de la Toalla hasta el tacón del último músico. Esta cofradía de postín nos revela la virtud de transmitir desde la sencillez, y posee una impronta que jamás debiera perderse. La procesión de la Vera Cruz es evangelio itinerante, enjundia de Jueves Santo y gran solera cacereña.
Me pregunto, en fin… ¿cómo conmover a alguien hablándole de lo que ya conoce al dedillo?
Cuaresma de 2014, publicado en el boletín de la Ilustre y Real Cofradía de la Santa y Vera Cruz.

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Procesión de la Vera Cruz – Estudio histórico de itinerarios

La procesión de la Vera Cruz ha presentado en la historia reciente un recorrido duradero y reconocible, y todos sus cambios de itinerario se concentran en la última década.Partimos de este trayecto que recoge un tramo clásico en la cofradía: la salida por Hornos y Gallegos y la bajada a la Plaza por la Gran Vía. Tradicionalmente se rodeaba la Plaza (la añorada vuelta por la Paz) en sentido contrario a las agujas del reloj, y se volvía por la calle de Pintores, San Juan y Sergio Sánchez hacia Pizarro.

 
Itinerario:
San Mateo, Ancha, Pza. Santa Clara, Hornos, Gallegos, Pza. San Juan (corredera), Gran Vía, Plaza Mayor (vuelta por la Paz), Pintores, Pza. San Juan, Sergio Sánchez, Pizarro, Soledad, Pza. Santa Clara, Ancha y San Mateo.

Como apunte, recordemos que en una versión anterior de este recorrido, dentro de la década de los 60 y 70, la cofradía daba un ligero rodeo desde Pintores hacia San Pedro y Donoso Cortés, en lugar de llegar a la calle de Pizarro por Sergio Sánchez y las traseras de la iglesia de San Juan.

Con el cambio de milenio llegan también la novedad en el recorrido, en un principio obligada y provisional por obras en las calles Hornos y Gallegos, pero que después gustaría y perduraría varios años. Al salir de la calle Ancha, la cofradía giraba a la derecha hacia los adarves, Arco de la Estrella, plaza de Santa María hacia Tiendas, y accedía a la Plaza Mayor por Zapatería, Plaza del Duque y Gabriel y Galán. El recorrido de vuelta hacia San Mateo (por la calle de Pintores y las traseras de San Juan hacia Pizarro) se mantenía intacto. Esta alternativa no dejaba prácticamente ningún punto clave de nuestro casco antiguo sin visitar:Itinerario 2001-2005:
San Mateo, Ancha, Puerta de Mérida, Adarves, Arco de la Estrella, Santa María, Tiendas, Arco del Socorro, Zapatería, Plaza del Duque, Gabriel y Galán, Plaza Mayor, Pintores, Pza. San Juan, Sergio Sánchez, Pizarro, Soledad, Pza. Santa Clara, Ancha y San Mateo.

Jueves Santo de 2003: La Flagelación por Puerta de Mérida hacia los adarves.
Foto de la Guía Oficial de 2004.


Este itinerario solamente duraría hasta el año 2005. Se termina suprimiendo por su longitud, que en opinión de la cofradía resultaba excesiva. Algunos años se rozaron las cuatro horas de desfile (esto suponía llegar al filo de la medianoche) con el agravante de que varios pasos desfilan sin turnos de relevo. Además, en este período la corporación incorpora un acto final de oración con todos los pasos en la Plaza de San Mateo, que retrasa todavía más la hora de entrada en el templo y la recogida de los hermanos en la antesala de la madrugada.

Sin embargo, en lugar de retornar al recorrido anterior la hermandad decide solamente conservar tan solo la primera parte (el acceso a la Plaza Mayor por Hornos, Gallegos y Gran Vía) e introducir una novedad: subir hacia San Mateo por los adarves.

Itinerario 2006-2011:
San Mateo, Ancha, Pza. Santa Clara, Hornos, Gallegos, Pza. San Juan (corredera), Gran Vía, Plaza Mayor (vuelta por la Paz), Arco de la Estrella, Adarves, Puerta de Mérida, Ancha y San Mateo.

Esta alternativa resulta notablemente más corta (la procesión no llega a las tres horas de duración) aunque se hace también dura por la prolongada subida de los adarves.
La Flagelación por la calle de Gallegos. Foto: semanasantadecaceres.org


En el año 2012, y tras la insistencia de algunos hermanos que venían reclamando el cambio en las juntas generales, la cofradía opta por suprimir las calles Hornos y Gallegos en su trayecto de salida, para llegar hasta San Juan por las calles de Pizarro y Sergio Sánchez. El motivo es la comodidad de la vía, ya que las calles de Hornos y Gallegos además de muy estrechas están claramente desniveladas y provocan un esfuerzo extra a los hermanos de carga. El itinerario de la cofradía, por tanto, queda desde entonces como sigue:

Itinerario 2012:
San Mateo, Ancha, Pza. Santa Clara, Pizarro, Sergio Sánchez, Plaza Doctor Durán, Plaza de San Juan (corredera), Gran Vía, Plaza Mayor (vuelta por la Paz), Arco de la Estrella, Adarves, Puerta de Mérida, Ancha y San Mateo.

Ocurre sin embargo un imprevisto, que todavía no ha tenido efecto en el itinerario de la procesión pero que no sabemos si la cofradía decidirá tenerlo en cuenta para un futuro: la remodelación de la Plaza Mayor deja sin sentido la vuelta por la Paz -que sí se realizó en 2012, aunque en sentido contrario al habitual- y de algún modo “obliga” como solución más lógica el acceso hacia el Arco de la Estrella directamente desde la Gran Vía en línea recta. Esto acortaría todavía más el itinerario en otros quince o veinte minutos, y era la opción prevista por la cofradía para la estación penitencial de 2013, que desgraciadamente no pudo celebrarse por causa de la lluvia. La longitud aproximada de esta última variante (sin vuelta por la Paz) es de 1.200 metros.A modo de curiosidad, un servidor (hermano de esta cofradía, por más señas) se atrevió a dibujar en el año 2012 algunos esbozos de lo que podrían ser itinerarios alternativos para la Vera Cruz. El enlace es el siguiente:

· Propuestas de itinerario para la Vera Cruz

En color azul está señalado el itinerario vigente, y en color verde algunas alternativas de tránsito para lograr dos objetivos: alargar la presencia de la cofradía en la calle unos veinte o treinta minutos, y al mismo tiempo hacer el recorrido algo más cómodo para los hermanos.

· Ver más estudios históricos de itinerarios

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El otro día comentaba el hermano Kojie que le gustaría debatir más acerca de los recorridos de las hermandades y los cambios que en este sentido hemos visto en Cáceres últimamente. Para cualquier blogger es un lujo que sus propios lectores le aporten sugerencias y temas para escribir, de modo que hoy quiero aprovechar el quite para dedicarle unas líneas a la cofradía de la Vera Cruz.
Es una opinión muy extendida, tanto entre los cofrades como entre el público, que el paso por la Plaza Mayor de este año 2012 fue bastante deslucido. La vuelta completa a la plaza, sin ningún elemento que la justifique de forma natural, resultó innecesaria y en cierto modo gratuita. Además, al no colocarse el público en la fila interior el resultado para los propios hermanos queda un tanto desangelado. Así puestos, parece que tiene mucho más sentido acceder desde la Gran Vía directamente al Arco de la Estrella, sin rodeos. 
Esta alternativa, empero, a mí se me queda un poco coja. Si le quitamos la vuelta a la Plaza nos queda un itinerario de apenas 1.200 metros, que me parece demasiado corto para una hermandad de esta enjundia. No llegaría a las tres horas incluyendo la oración y ceremonia de recogida. Pero es que, además, es duro. Los pasos de esta querida hermandad son pesados, muy serios, y la subida por los adarves se hace trabajosa y poco lucida.

En consecuencia, yo creo que a la Vera Cruz le conviene un recorrido quizá 20 o 25 minutos más largo que el actual -sin la vuelta por la plaza-, pero también más llevadero. Esto comporta dos ventajas fundamentales:
1) Los hermanos lo agradecerían y disfrutarían más de la estación de penitencia.
2) La cofradía se luciría mucho mejor en la calle. A menudo se nos olvida que las cofradías tenemos una labor de apostolado y de evangelización frente al pueblo. Aquello de procesionar para nosotros, además de ser una postura egoísta, creo que va en contra del espíritu que debe tener una hermandad de penitencia.

Alternativas de recorrido de la hermandad de la Vera Cruz de Cáceres

Siempre he defendido que el urbanismo es un aspecto clave en el concepto y en las razones de la Semana Santa. Una hermandad no sale de paseo a cualquier parte, no camina al azar y no atraviesa calles o plazas «porque sí». Todo ha de tener un porqué. En Cáceres, donde no hay ni puede haber Carrera Oficial y donde las hermandades no hacen estación de penitencia a ningún templo concreto, esto cobra mayor importancia si cabe. En el mundo de las cofradías hay mucho de simbología y mucho de identificación con la ciudad. Y las calles, los giros, los rincones, los paisajes… son un pilar clave de esta identificación.

En el caso que nos ocupa, tenemos la suerte de que la ubicación de San Mateo permite barajar un amplio abanico de alternativas. Bajar los adarves en vez de subirlos, la calle Pintores, Moret, General Ezponda, Donoso Cortés, San Pedro… creo que hay suficientes posibilidades para no conformarnos con un recorrido que resulta, a un tiempo, difícil y escaso de minutos. La directiva, por lo que sé, tampoco es ajena a esta circunstancia y seguro que sabrá plantear la cuestión y encontrar la solución idónea para la próxima Semana Santa.

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¡Voz popular! Sandalia de la Zapatona, seña del Jueves Santo. Un saludo a mis paisanos. Su parte de ritual, su parte de responsabilidad, su parte de gran orgullo. Regusto añejo en el paladar. Nada, ni el emblema en el frontal, ni el susto en la trasera, ni el rigor de la carga contra tu poderío. Una espada de dolor. Dos turnos, conocidos y reconocidos. Tres horas de varal al rojo vivo. Treinta y seis horquillas en su mejor sonido. Vasta colección de canas, estirpe y primaveras de sabiduría. Abrazadera de hierro, sorpresa macabra bajo la almohadilla. Murmullo de las muy cofrades conversaciones. Veteranía y el arte de la rutina. Exorno modesto. Compases clásicos de los gorriatos. La faena más seria. Una mirada amarga, y un lamento. Pliegues viejos en la madera, como sombras del atardecer, como cicatrices del viento, como mudos testigos de aquél proceso pandemónico, y por qué no, a veces innacesible. Una crudelísima realidad mecida en cuerpos de castigo. Piel mojada, boca reseca, músculos entumecidos, anatomía curtida y expuesta, físico al límite de sus capacidades. La pena en horizontal barroca. Kilos y kilos de madera maciza. Peso muerto sin concesión. Ínfimo centro de gravedad. Largas varas de verdad plomiza. Mi verdad. Inmensa vertical, su torre inacabable hacia el cielo. Andas, peana, pedestal, roca, cruz en plata y azabache. Y en medio, Ella. Dolorosa de la Cruz. ¿Qué verbo usar para explicarlo? 

Esa Cruz, ese destino, esas andas,
esas piedras que lloran a tu paso,
y el gentío que reposa en esas gradas
esperando cada Jueves tu regazo.

50 – Bienvenidos a abril

Todo vino de repente. La noche nos arrinconaba amenazante, robándole una hora al espacio que la tradición le tiene asignado, y ciñéndose sobre nosotros como cruel espada de Damocles. Nadie lo expresaba de viva voz, pero quien más o quien menos andaba con la mosca detrás de la oreja. Aquél no era su lugar. Fueron la Soledad con su serena presencia y la Zapatona con su solemne sandalia las únicas que pudieron vencer en este duelo contra la sombra. La Esperanza hizo amago de intentarlo, pero muy pronto se arrepintió, media vuelta a trompicones. Ellas deben pisar la calle con la claridad del día, así lo narran los libros. El Señor de las Batallas, que de siempre ha tenido un corazón más rebelde que el de los demás, no cedió al capricho de los científicos que le echaron la noche encima. El Perdón quiso imitar su ejemplo al siguiente día, y también le dijo tururú al mes de marzo. Definitivamente, aquél no era su lugar.
Han pasado ya doce meses desde aquella semana tan extraña. ¡Niña ponte guapa, que llega de nuevo tu cumpleaños! Vete secando los sinsabores, despídete del martirio y olvida ya el secuestro infame del año pasado. ¡Corre y dale un abrazo a tu abril!
En este abrazo se resumen la espera y la frustración contenidas durante tanto tiempo. Regresa la Semana Santa para fundirse en las manos de su legítimo dueño, tras un fugaz paréntesis en el que marzo se hiciera el encontradizo y nos la tomara prestada sin permiso, remojándola con ensañamiento, vistiéndola con otras ropas y tiñéndola con otros colores. Esta sí vuelve a ser la rutina de cada cuatro estaciones, la nuestra, la verdadera, no el tocomocho, no la caricatura, no el sucedáneo burdo de la última vez.
No sabemos cómo la recordarán las crónicas, ni qué huella dejará en la historia, pero sí tenemos la certeza de que, para lo bueno y para lo malo, saldrá de adentro de los hombres. Y de adentro nacen también los remedios para los males que ellos mismos sembraron, abonaron y recogieron. Por fin, tras largos años de deambular apuñalando nuestra condición de hermanos, la Semana Santa parece que retorna, o mejor dicho, la reconducen, a ese remanso de cordialidad del que nunca debió salir. O por lo menos a las lindes del remanso, que ya es bastante si echamos la vista atrás y recordamos todo el barro que tuvimos que tragar últimamente -unos más que otros, bien es cierto. Quiera Dios que no se rompa el equilibrio y que este cuadro tan dulce no lo pintaran con el pincel de la farsa ni con la brocha gorda del espejismo. Que las malas lenguas se las contemos a nuestros nietos tan solo como noticia histórica. Ése debiera ser el acontecimiento más recordado de este ejercicio, con una consideración muy por encima del resto. Cualquier otra cosa, aun sin sorprendernos lo más mínimo, no significaría más que una nueva muestra de ombliguismo atiborrado por parte de quien o de quienes correspondan. Y es que estas pamplinas, vamos a decirlo claramente, nada más que le interesan a los veinte locos que estamos ahí pringando meses y meses. Al cofrade común todo esto le suena a chino. Pasa. No quiere polémicas ni historias raras, que además de no interesarle ni siquiera las entiende. Él lo único que quiere es coger su túnica, hacer su procesión, pum pum pum y pa casa. Ahí está el tío. Y luego vamos llorando de que si falta participación en los cultos, más presencia en las asambleas, más colaboración en el día a día de la hermandad… pero es que, viendo lo que se cuece internamente, yo a veces ya me cuestiono si no deberíamos tomar ejemplo de ese cofrade de a pie, y dejar definitivamente de aburrirnos a nosotros mismos.
El caso es que nuestra fiesta, enemiga de la sátira y tradicionalmente muy sensible a lo mordaz, tendrá que lidiar en 2009 con una densa sucesión de estrenos y efemérides. Estas novedades, además de disparar desde muy temprano el mercurio del termómetro capillita, van a permitir a las autoridades renovar un poquito su repertorio de saludas, prólogos y discursos varios, que ya estaban empezando a coger moho.
Alcaldes y alcaldesas, concejales y personalidades diversas, afortunados gobernantes de una población afónica y apocada en la mansedumbre, nos llena de orgullo y satisfacción poder contar con su apoyo, aunque sea cada doce meses y gracias. Los cofrades, de manera entrañable, solemos acordamos de ustedes por estas fechas, cuando el pico, la pala y la hormigonera acuden puntuales a su cita con la Ciudad Antigua. Seguimos rezándole a nuestros santos para que alguna vez pongan ustedes los medios, y no las zancadillas, para alcanzar todos los logros que pregonan. Seguimos rezándole a nuestros santos para que alguna vez traduzcan en hechos todas esas palabras que repiten con tanto entusiasmo (bla bla bla turístico… bla bla bla cultural… bla bla bla 2016…) porque, de lo contrario, lo que nos vamos a comer será un gran mojón de interés internacional, para admiración de todo el continente y también por supuesto del vecindario. Preste atención, mi querido visitante, si tiene usted idea de venir a Cáceres en Semana Santa, pues a continuación le vamos a explicar las maravillas y el interés turístico que podrá disfrutar en nuestra ciudad:
El tercer conjunto monumental de Europa, no pierda detalle, inmaculadamente levantado en obras con la llegada de cada primavera. Una hostelería bandolera, para degustar los productos de nuestra tierra a precios patrimonio de la humanidad. Balcones, plazas y callejas engalanadas con óxido dieciochesco, tres manos de pintura vieja y un sutil alfombrado de cáscaras y frutos secos. Las novedades de la moda en la pasarela cofrade para esta temporada: minitúnicas de antiquísima generación con caída hacia el suelo, vaquero asomadizo y bajomanga de Ralph Lauren; chicle de menta contra la sed y gafas de sol a juego completan el conjunto. Admire la rectilínea majestad de esta concurrida legión de capirotes, clónicos, erguidos, dejando patente ese gusto por los detalles que siempre nos ha caracterizado. Centuriones romanos con reloj de pulsera acorazado, o Casio digital sumergible. Silencio sepulcral en las procesiones (y en la ventanilla de las subvenciones). Hermanos de carga que hacen valer su jerarquía frente al jefe de paso, confundiendo mando y obediencia. Allí, soterrados bajo los varales, rechinan las blasfemias y los tacos procaces, tantos que si algunos párrocos los oyeran, encontrarían al fin motivos de sobra para seguir puteándonos como nos putean. Hombres hechos y derechos de trece años paseando con alegría a nuestros ídolos sobre sus vértebras de cristal. Espectacular iluminación artística con 125V de corriente alterna. El respetuosísimo público que manda callar con discreción a las bandas de música. Una no-votada clase política cebollera, que lo mismo un año reniega de la Semana Santa que al siguiente está en la comisión para tramitar el Interés Turístico Internacional. Figúrese usted, y no va con segundas lo de figurar, lo que aportarán en esa comisión los mismos nombres y apellidos que “por principios” se niegan a presidir un desfile en calidad de alcaldía. Por principios. Tenga esto bien presente, amigo visitante, cuando de boca de esos mismos escuche por ahí los cacareos de la capitalidad cultural y del interés turístico. Ni con zancos les llega para estar a la altura del evento. ¿Qué más tenemos? Una Semana Santa impermeable (nunca se moja), guerrillas subterráneas entre clanes y hermandades, celos y rencores por los siglos de los siglos, cofradías que por encima de la palabra de Dios proclaman la palabra de los juzgados… amigo turista, acérquese a nuestro templo sin vendas ni pudor, no se olvide ni un momento de prestar gran atención, y dígame cuando se marche, con la mano en el corazón, si no ha visto usted aquí lo mismo que he visto yo. Todo esto y mucho más lo vivirá en primera persona, distinguido huésped, si acude usted en vacaciones a esta noble tierra de los llanos. Bueno, o a lo mejor son cosas mías… que soy muy malpensado.
Con todo, la ocasión igualmente lo merece, así que no se quede en casa, no permita que se lo cuenten porque jamás sentirá el latido del bombo, no lo vea por la tele que es mentirosa y esconde lo que no le conviene, olvídese de Internet que los perfumes no caben por el cable, no lo lea en los periódicos porque… buf, los periódicos, mejor me callo. No busque intermediarios, abandone los tapujos y visite el museo donde la muerte es una obra de arte. Bienvenidos sean todos a Cáceres, herencia de los hombres. ¡Bienvenidos al templo de abril!
Bienvenidos a un imperio más allá de la Tierra, un imperio tejido con hilo pobre pero digno, que rebosa de solera, de cultura y de identidad propias. Bienvenida la calidez de sus gentes, orgullosa de ser de donde es, y bienvenida la gloria de haber crecido sin más ayuda que su fe y sus sudores. Un gran imperio con su túnica por bandera, con su himno de saeta, su laurel de madreselva, un escudo en cada torre, una historia incompleta, con sus guerras entre hermanos, las horquillas por espadas, sin más regente que su pueblo, parlamento de cofrades y de leyes heredadas.
Bienvenida sea la caída de la tarde, y adiós a la tarde caída, a la noche pronta, al amanecer antes de hora. Cada una en el lugar que le corresponde, justo, preciso, ni antes ni después. Así lo dicta abril. Bienvenidas las salidas con el cielo pálido, los tintes y colores como mandan los cánones. Bienvenidos muros modestos, anchos redobles, vastos silencios, quejumbres siniestras y estandartes en su majestuosa guardia. Bienvenida cigüeña temprana en tu nido de alta rama, pertinaz centinela estatuario, corona sigilosa para esta maraña de aljibes, callejuelas y campanarios.
Bienvenido tú, que para ser cofrade te sobran el traje, el orgullo y los delirios de grandeza. Bienvenido tú, espectador inadvertido, forastero que palideces ante la verticalidad colosal de las torres moras. Tus diez mil ojos acarician mi piel. Bienvenido tú, abuelo que te desangras con cada recuerdo que recompones. Bienvenido cargador, sólo tú sientes el vértigo de encarar esa cuesta cuando pasas junto al postigo de Santa Ana. Sólo tú sufres la penumbra de ahí debajo, donde el aire se vuelve irrespirable. Sólo tú conoces lo que duele esa Plazuela del Socorro. Sólo tú sabes lo que es dejarse la salud en cada bache, en cada alcantarilla, en cada calle desnivelada. Bienvenido amigo, amiga, internetero fanático, compañero ocasional, colega de fatigas, noctívago, mentor o ayudante fiel. Sin vosotros nada de esto tendría sentido.
Bienvenidos hermanos de la Sentencia y del Dulce Nombre, aquí culmina vuestro sueño. Este cofrade os envidia. Probablemente algún retorcido se atreverá a contemplaros de brazos cruzados y mirando al suelo. Sentid lástima por él y confiad en que, por turbias que bajen las aguas, jamás se pierda el respeto. Arrimad el hombro para que Cáceres no cambie de nuevo la miel por el veneno. Y procurad que las portadas y las noticias sean para el que va arriba, y no para el que va debajo, que de sinsentidos en esta selva ya estamos curados de espanto.
Bienvenido el clavel, la espina, el cardo y el abrojo, hiedras y tríbulos por igual. Bienvenidas las púas, trancos y astillas, los sonidos y aromas que solo nosotros sabemos apreciar. Bienvenido el Cáceres del viejo tiempo, Cáceres de los fueros, de los Ulloa y de Espaderos, de Becerra y Casa Quemada, de Moctezuma y Carvajal. Cáceres de Ovando y de Pereros, Cáceres de Rivera, de Godoy y de los Condes de Adaneros. Cáceres que enciende un relumbro como salutación de sus muertos. Cáceres de los linajes que viven en las paredes. Cáceres de los púlpitos, de las troneras, los matacanes y las almenas. Del pretil de las murallas. De la crestería de los Golfines. De las gárgolas en las Veletas. Bienvenidos patios y palacios, antorchas, lunas y escalones, palmeras, pedruscos y torreones. Un cristo que se desliza entre las casas de los comendadores. El incienso en ese lujo que se llama Plaza de San Jorge. Tracatrán, clán, vaivén de lao a lao, no subirse al bordillo, ¡yo aquí voy colgao! Bienvenidos la horquilla y el varal, ya sabéis que en esta casa podéis entrar sin llamar. Seguiréis siendo por siempre los brazos de nuestra cruz de guía. Bienvenida la ilusión que me traes, el quebranto y la tensión de incertidumbre. ¿Bienvenidos los palios? Me basta con el azul de tus días.
Bienvenida feroz máquina del tiempo, bienvenido rocoso túnel que nos conduce del árabe al romano, del almohade al visigótico, de la judería al plateresco, del veintiuno a cualquier otro siglo de nuestra era. Bienvenido escenario milenario que muchos ya para sí quisieran, pocos como tú presumen de haber visto más navidades que cualquier imagen que los recorriera. Bienvenidos Pintores, Hornos, Santo Domingo, Corredera de San Juan, Arco de la Estrella, Cuesta del Marqués, Plaza de la Soledad, Caleros, Adarves, Puerta de Mérida… ni carrera oficial ni ná.
Bienvenida Afrodita de occidente, jardín del arte, altar único de los que aman sus raíces. Bienvenida feria de los sentidos, carnavales de la fe, esencia del medievo, música de todo el mundo, capital de la Pasión, del vino y de las rosas. La que no distingue edades, géneros ni condición. A ver quién te discute aquí tu trono. Agradezco en el alma, te lo juro, el dolor de quien te pariera, si acaso fuera de este mundo. Te doy las gracias por este profundo enjambre de sensaciones que lo mismo me elevan que me hastían, desde aquel lejano día en que me cogiste de la mano y yo te dije que sí. Gracias por dibujarme tus memorias en esta cinta de Moebius de doce meses de diámetro; hay que joderse, lo bonito que lo pintas… ¡nunca he sabido si nos haces o te hacemos! Gracias por permitirme dar un sentido honesto a un concepto tan traicionero y manipulado como el de religión. Gracias un año más por haber venido a visitarme antes que San Pedro. Y gracias en nombre de todos los que reducen su universo a un palo, una vela y cuatro maderos.
Aquí estás otra vez, eterna, exacta, infinita. Y sigues viva; la prueba está en tu gente, que no se arruga, que sigue viendo, callando y trabajando. Todos ellos se merecen con justicia la más cordial de las bienvenidas, pues están a punto de concluir un viaje que siempre, siempre, se hace largo, y cuya distancia no la miden las hojas del almanaque sino la hondura de los recuerdos. Bienvenidos compañeros a la primavera, bienvenidos a abril, bienvenidos a la Semana Santa de Cáceres. Palabras Mayores.