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AYER y HOY – Exaltación de la Cruz

Exaltacion de la Cruz (Cáceres, 1970)

La fotografía pertenece al archivo de J.Ramón Marchena. Está fechada en 1970.

Exaltación de la Cruz (Cáceres)

Imagen actual del mismo paso, obra de J .Sellers.

Como mayor diferencia se observa la disposición de las escaleras, que anteriormente se apoyaban en el mismo lado del travesaño de la cruz, mientras que en la actualidad vemos cómo se apoyan una en el lazo izquierdo y otra en el derecho. Tampoco se aprecian en el paso antiguo la lanza y la esponja, que hoy desfilan cruzadas delante del madero.

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AYER Y HOY – La Magdalena

La Magdalena (Cáceres): 1953

La imagen no es muy nítida ya que se trata de una fotocopia del documento original. La fotografía aparece en la Guía que edita la propia cofradía para la Semana Santa de 1954. Más que andas, desfilaba en parihuelas.

magdalena_1999

En esta otra imagen, de principios del siglo actual, ya podemos observar las actuales andas procesionales de La Magdalena. La foto está extraída de la propia web de la cofradía.

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AYER Y HOY – Cristo de las Indulgencias

Cristo de las Indulgencias (Cáceres)

Cristo de las Indulgencias (Cáceres) por calle Tiendas

Esta muy interesante fotografía por ahora está sin fechar pero pertenece con seguridad a la década de los 50 o 60. El paso del Cristo de las Indulgencias, bajando por la Plaza del Socorro, se dirige hacia la Cuesta del Maestre, itinerario habitual de regreso a Santiago en aquellos años. Ha aparecido recientemente en Twitter gracias a los chicos de TuSemanaSanta.com. La primera instantánea, imagen actual del paso, es de F.Montes.

En esta otra fotografía, ya publicada con anterioridad, vemos con más claridad el aspecto que tenía dicho espacio que por entonces era prácticamente una prolongación de la calle Tiendas.

Calle Tiendas y Arco del Socorro

En esta época, el itinerario oficial de la procesión de la madrugada era el siguiente:

Santiago, Camberos, Muñoz Chaves, Gabriel y Galán, Plaza del General Mola, Generalísimo Franco, San Juan, Sergio Sánchez, Pizarro, Soledad, Santa Clara, Puerta de Mérida, Adarves, Arco de la Estrella, Santa María, Hernán Cortés, Plaza del Socorro, Cuesta del Maestro y Santiago.

Idéntico al que conocemos hoy día con la salvedad de la bajada por la Cuesta del Maestre hacia Caleros, que hace ya tiempo se sustituyó por Godoy. La transcripción de la calle Hernán Cortes, referida a la actual Tiendas, es literal.

Fuente: Guía de Semana Santa que edita la propia cofradía en el año 1954:

Recorridos cofradía del Nazareno (Cáceres) en 1954

 

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No es norma general en este espacio pero hoy quiero publicar un artículo de otro cofrade, Manolo Floriano, sobre el origen y las antigüedades de las cofradías cacereñas.
El artículo no se ha publicado hasta ahora en ningún medio. Lo recojo aquí íntegro y bajo expreso consentimiento de su autor, en primer lugar porque me parece que el contenido es muy valioso, y en segundo lugar porque creo que este tipo de trabajos deben estar accesibles y difundirse para todo el mundo.
LAS COFRADÍAS CACEREÑAS Y SUS ANTIGÜEDADES

 

Cuando se habla de las cofradías cacereñas y sus antigüedades, se tiende a hacer una mezcolanza entre cofradías de caridad, de misericordia o de penitencia difícil de digerir y que algunos cofrades hacen para ser los más, vivimos anclados en el más: la cofradía más antigua, la que más hermanos tiene, la que tiene el mayordomo más joven, la más austera, la de más devoción, la que tiene más arte…

 

Las cofradías de las que hablamos son cofradías penitenciales, coordinadas por “La Unión de Cofradías Penitenciales” y a eso nos debemos ceñir, nada de hacer mezclas para tergiversar la verdad histórica, que es una y se demuestra consultando los numerosos documentos que se encuentran en los diversos archivos de nuestra ciudad, que están a disposición de las personas con intranquilidad por investigar y conocer la Historia de la ciudad y en los libros publicados por diferentes investigadores que plasman en sus escritos dándonos toda clase de detalles de sus investigaciones, para que conozcamos lo realizado por los que nos precedieron.
 
Para ello ponemos algunos ejemplos esclarecedores que nos dan idea de que se ha tergiversado la antigüedad. Las cofradías se reúnen para acordar si deben entregar los libros de Acuerdos que tienen entradas de caudales, al Visitador General. Se produce en esta reunión el siguiente:
 
Acuerdo de 27 de febrero de 1699, hecho por la Cofradía de la Cruz y demás cofradías de esta Villa. Se reúnen en la ermita de Sancti Spíritu (actual sala Capitol), juntos y congregados dicen que la Vera Cruz es la principal de la Villa y juntas a las demás que hay en ella y sus antigüedades que son como siguen:
 
La Vera Cruz conviene a saber Fernando Alonso Flores su Mayordomo; Cofradía Ntra. Sra. de la Misericordia su Mayordomo Juan Solís; Cofradía de la Soledad su Mayordomo Diego Alonso Merino; Ntra. Sra. de la Caridad; Cofradía de las Benditas Ánimas; Del Dulce Nombre de Jesús; Ntra. Sra. del Rosario; De San Diego; Santo Cristo de Santa María (Cristo Negro); Cofradía de San Benito y Cofradía de la Montaña. Se encuentra esta información en el Libro de Actas y Acuerdos 1634-1778 del Libro 110 Archivo Diocesano página 16.
 
El 9 de marzo de 1699 se ratifica este acuerdo en el mismo lugar en que se reunieron la vez anterior.
 
En el Artículo 15 de las Ordenanzas de la Cofradía de San Benito de 1621 sigue en los siguientes términos:
 
“Ytem (Igualmente) ha de tener dicho mayordomo, obligación el día de la publicación de la “Bulla de la Sancta Cruzada” que se pone en la ermita de “Señor San Benito” de la plaza de esta Villa de acudir con dos velas y encenderlas en el altar y una “Tovalla” (toalla) en que la Bulla se lleva a la Iglesia Parroquial de Santa María y dos hachas (velas colocadas en soporte especial), para que los Alcaldes de dicha Cofradía las lleven encendidas y el otro Alcalde el Estandarte, se les apercibe que han de ir junto a la Bulla hasta salir del portal de dicha ermita y luego se han de pasar delante de las hachas de la Vera Cruz acompañando la Bulla hasta la Iglesia de Santa María de dicha Villa”.
 
Creo que no cabe ninguna duda el motivo de ¿por que los Alcaldes de San Benito tienen que ceder en los de la Vera Cruz su puesto representativo?. Página 8, Libro 75 Archivo Diocesano. Libro de Acuerdo y Elecciones hasta 1840 de la Cofradía de San Benito.
 
Tomás Pulido Pulido en su libro Notas para la Historia de Cáceres publicado por la Institución Cultural el Brocense. Cáceres 1991.
 
En su página 16 “La Cofradía de la Santa Vera Cruz. Se la considera como Cofradía mayor y presidía a la de la Soledad, Caridad y Misericordia. Estuvo inicialmente localizada en la ermita del Humilladero (Junto a la casa de Guayasamín) y se trasladó a San Francisco en 1500. ( Fuentes, Hurtado P. La Parroquia página 84).
 
En 1583 el Obispo D, Pedro Galarza mandó Juntar en la de la Soledad las cofradías de San Antonio de los Vaqueros, San Lázaro y San Andrés y a partir de esta incorporación se llamó Ilustre y Real Cofradía de Santa María de la Soledad de los Caballeros ( la misma página de la cita anterior).
 
En la página 32 “Voy a referirme en particular a la Cofradía de la Misericordia que desde 1627 se llamo de Nazareno”.
 
En el Libro donde están los Mayordomos desde 1599, en la cuenta que se tomó al mayordomo Francisco Martin Ojalvo por el año 1609 aparece la partida de descargo de trescientos Reales que se pagaron a Tomás de la Huerta por el Xto. Nazareno.
 
Creo que con todas estas citas se puede sacar cual es la Cofradía más antigua de la Semana Santa cacereña. 
 
Las cofradías nacieron para cubrir las carencias de las sociedades de aquellas épocas lejanas. Sus fines eran de servicio a la sociedad que las vio nacer, por eso eran variados y diversos. Todas cumplían una de las Obras de Misericordia ¡Enterrar a los muertos!, ayudar a los necesitados, consolar y asistir a los que iban a ser ajusticiados. Atender a los enfermos para ello fundaron Hospitales o costeaban salas enteras de los mismos.
 
Este servicio a la sociedad es lo que verdaderamente hace importante a una Cofradía.
 
Lo demás son fantasías a las que se acuden, tergiversando la verdad, por eso debemos ser rigurosos y no inducir a error.
 
Todo está en los libros y documentos, fundamentado y probado fehacientemente, por ello no debemos reescribir la Historia puesto que ya está escrita.
 
 
Manuel Pedro Floriano Bravo.

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Últimamente miramos con nostalgia no muchas décadas atrás, y nos recreamos en el recuerdo de los pesados murmullos en la lejanía y la muchedumbre en las aceras con el relente de las claritas. Cuando se citaban más personas que grajos viendo la Madrugada. ¿Saben la diferencia? Que antes había fe. Y antes sabían lo que significaba la Madrugada del Viernes Santo. Hoy ya no lo sabemos.

Hemos reducido la Semana Santa a unos colores y a un reloj, y hemos construido un monstruo tan grande que ya no lo dominamos. Más bien al revés. Estamos tiranizados por reglas que nos hemos impuesto nosotros mismos, por un llegar a tal hora a tal punto, que si falta dinero, que si vamos muy despacio, que si fulanito no ha venido, que si tengo que estar en tal sitio para cumplir con no sé quién. Y todo eso se va transmitiendo, claro. Y al final tanto cofrades como espectadores acabamos contagiados del mismo y ridículo atontamiento.

A la Madrugada no le hacen falta innovaciones, ni ideas brillantes, ni mucho menos cambios. Lo que hace falta, si acaso, es más Madrugada. Los que debemos de cambiar somos nosotros, tanto los que la disfrutamos como los que se quedan en casa.

Déjese de excusas absurdas y piense en lo que realmente significa todo esto. No me cuente milongas de que si una cofradía termina, que si la otra empieza, que si hay media hora muerta, que si los bares están cerrados… ¿Nos estamos volviendo idiotas o qué? La Madrugada no es una cofradía, ni una procesión, ni un paso, ni un horario. La Madrugada es de Viernes Santo, y es Santa también. En la Santa Madrugada y en la Resurrección termina y empieza toda nuestra razón de ser. El resto de los días, la Cuaresma, los otros once meses del año, solo son un camino para llegar hasta aquí. Si usted tiene sueño, piense en qué tormentos no estaría pasando Jesús a esa misma hora. Qué no estaría maldiciendo en su interior pidiendo que aquello terminase pronto. Puestos a sufrir, oiga, un par de torrijas y un café bien cargadito resucitan a cualquiera. Jesús no tuvo tal ocasión. Métase en la ducha y salga a la calle. Si hace frío déjese el pijama debajo. Póngase guantes aunque no vaya a procesionar. Venga en zapatillas si tiene los pies cansados. El Lunes de Pascua pídale al jefe baja por devoción. Lo que usted disponga. Pero por Dios, no me sea tan quejica. Está usted conmemorando el martirio de un hombre, sobre el que se supone que sustenta sus creencias. Dé ejemplo con el sacrificio, usted que se dice cofrade, si es que para usted fuera un sacrificio quedarse despierto y acudir a velar en Santiago en una noche tan hermosa.

Hay que recuperar el sentido de lo que estamos haciendo. Debemos recuperarlo primero nosotros, y después ser capaces de contárselo a la gente. El sentido de la Madrugada es que permanezcamos en vigilia durante una noche en que ocurrieron hechos horribles. Jesús esa noche no se fue a dormir la siesta ni a descansar un ratito. Tuvo tiempo de cenar, de ir a rezar, de ser detenido, apalizado, procesado en juicio, condenado sin defensa, insultado, humillado… muerto. Y también de ser negado por los suyos; por cierto, la única parte de la historia que sí conmemoramos con fidelidad.

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Cofradía del Nazareno. Procesión del Silencio – Estudio de itinerarios

La procesión del Domingo de Ramos de la cofradía de N.P. Jesús Nazareno, denominada “del Silencio”, es uno de los desfiles cacereños que más cambios ha sufrido en su configuración y también en su itinerario en los últimos años. No vamos a remontarnos a los años en que esta procesión se celebraba en la vigilia del Viernes Santo, el Sábado de Gloria o incluso el Lunes Santo, por la falta de datos y de certeza documental sobre algunas averiguaciones. Sí que sabemos, por ejemplo, que el itinerario de esta procesión en los años 50 era el siguiente:

Recorridos cofradía del Nazareno (Cáceres) en 1954

Itinerario 1954

Santiago, Camberos, Muñoz Chaves, Plaza del Duque, Plaza del General Mola (parte baja), General Ezponda, Plaza de la Concepción (parte alta), Moret, Generalísimo Franco, Plaza del General Mola (por la ermita de la Paz), Gabriel y Galán, Zapatería, Godoy y Santiago.

Es decir, la cofradía recorría en dos ocasiones la Plaza Mayor. Subía desde la Concepción por Moret y desde allí bajaba por Pintores de nuevo hasta la Plaza. no llegaba hasta San Juan.

A modo de curiosidad podemos reseñar también que el paso de la Exaltación de la Cruz, o Cruz Vacía, procesiona en este desfile acompañando a la Virgen de la Misericordia desde el año 1953 hasta el año 1983. En 1984 se acuerda trasladar la procesión al Lunes Santo, e incorporarle el paso de la Caída, de manera que la Cruz Vacía pasaba a formar parte del cortejo en la Madrugada. En 1985, debido a la refundación de la cofradía de las Batallas, la procesión que nos ocupa cambia otra vez de día y pasa a ocupar su actual emplazamiento en la tarde del Domingo de Ramos.

Hasta el año 1997, esta Procesión del Silencio subía desde la Plaza Mayor por Pintores hasta la Plaza de San Juan, para recorrer las traseras de esta parroquia, bajar de nuevo a la plaza por Gran Vía y regresar hasta Santiago por el Arco de la Estrella, Santa María y Tiendas.

Itinerario hasta 1997

Plaza de Santiago, Camberos, Muñoz Chaves, Plaza del Duque, Gabriel y Galán, Plaza Mayor, Pintores, San Juan, San Pedro, Donoso Cortés, Sergio Sánchez, Doctor Durán, Plaza de San Juan, Gran Vía, Plaza Mayor, Arco de la Estrella, Santa María, Tiendas, Arco del Socorro, Godoy y Santiago.

Como ya hemos dicho, la Virgen de la Misericordia procesiona acompañada de la “Caída de Cristo”, la figura de Jesús Caído que protagoniza el misterio de “La Caída” en la madrugada y que salía en solitario en el Domingo de Ramos. En los años 1995 y 1996, este paso fue sustituido por el Señor de la Eucaristía, que procesionó las dos primeras veces en el Domingo de Ramos con la cofradía del Nazareno, antes de que en 1996 se erigiese su propia hermandad. Más tarde, con el cambio de milenio, se decidió incluir en el paso la talla de la Santa Mujer Verónica para conformar una bella composición denominada “Camino del Calvario”.

En el año 1998 se produce un punto de inflexión en la historia de este desfile y también por extensión de toda la corporación. Inmersa en un ambicioso proyecto de remodelación integral de todas sus andas procesionales (tarea que tardó varios años en completarse, y en la que se sustituyeron seis pasos y se restauraron todos los demás), la cofradía estrena un nuevo paso de palio para su titular Virgen de la Misericordia. Las grandes dimensiones de esta obra impiden el tradicional paso bajo el Arco de la Estrella y obliga a trazar por completo un nuevo recorrido, que queda de la siguiente manera:

Itinerario 1998

Plaza de Santiago, Camberos, Muñoz Chaves, Plaza del Duque, Sancti Spíritu, Ríos Verdes, Santo Domingo, Plaza de la Concepción (parte baja), Moret, Pintores, Plaza de San Juan, Gran Vía, Plaza Mayor, Gabriel y Galán, Plaza del Duque, Zapatería, Godoy y Plaza de Santiago.

Se sustituye el trayecto por la Ciudad Monumental por una visita al templo de Santo Domingo y una salutación a la cofradía de los Estudiantes que desde el primer momento se convirtió en uno de los puntos más atractivos para contemplar el desfile.

El antiguo paso de la Virgen de la Misericordia pasa a albergar desde año el misterio del Calvario, en la procesión de la madrugada. Son las antiguas andas del Calvario las que se desechan por su mal estado de conservación.

Con el correr de los años, los problemas por las enormes dimensiones -y el peso- de este nuevo paso de la virgen de la Misericordia obligan a sucesivas modificaciones del itinerario. Un año después, en 1999, el itinerario se invierte para poder pasar por la Plaza Mayor y por San Juan a una hora más temprana y de esta forma facilitar el acceso al público en estos espacios:

Itinerario 1999

Plaza de Santiago, Godoy, Zapatería, Plaza del Duque, Gabriel y Galán, Plaza Mayor, Gran Vía, Plaza de San Juan, Pintores, Moret, Plaza de la Concepción (parte baja), Santo Domingo, Ríos Verdes, Sancti Spíritu, Plaza del Duque, Zapatería, Godoy y Plaza de Santiago.

Otro cambio que observamos es que la cofradía ya no sale por la calle de Camberos, debido a la estrechez de las balconeras y al difícil giro de salida hacia Muñoz Chaves, agravado porque la cofradía ya estaba pensando en sustituir los varales de carga por unos más largos. En su lugar, el cortejo llega hasta la Plaza del Duque subiendo por la calle de Godoy y Zapatería.

Las mayores dificultades en esta época provenían del paso por la calle de Moret, llena de cables y carteles publicitarios que impedían que el paso avanzase con fluidez en línea recta. En los pocos metros las maniobras de bajada a los brazos y pasos laterales se multiplicaban, obligando a un esfuerzo para los hermanos de carga. Toda una carrera de obstáculos que se remataba con un doble giro en la confluencia con Pintores, y que se sumaba además al resto de obstáculos que el palio había de sortear, y sigue sorteando, en el resto del recorrido (el arco de Ríos Verdes, o los cables en la calle Sancti Spíritu. Históricamente este tortuoso trayecto del palio por Moret no suponía una novedad en Cáceres, ya que la cofradía de los Ramos también lo empleaba al principio de los años 80 en el desfile de la Virgen de la Esperanza, no exento de problemática. Sin embargo, como sabemos, las dimensiones de este palio eran mucho menores que el caso que nos ocupa.

Se da también la circunstancia de que el peso de aquellas andas de madera, que sostuvieron el palio de la Misericordia durante sus primeros años, era significativamente mayor que el actual paso de alpaca plateada -que tampoco es moco de pavo- y sobre todo los varales eran bastante más cortos que los actuales. Apenas permitían calzar 36 hermanos por turno, lejos de los 40 o 50 largos que han llegado a salir debajo de los varales actuales. Este paso aún se conserva intacto en las dependencias de almacén de la cofradía.

La siguiente fotografía muestra la Virgen de la Misericordia sobre aquellas andas de madera, pero con unos varales de carga distintos (algo más finos y largos) de los que tenía en los primeros años.

Foto: web de la cofradía

El paso de alpaca plateada, procedente del taller de Manuel de los Ríos, se estrenó en 2005. Para ese año, además, la cofradía diseñó un nuevo itinerario que suprimía definitivamente el incómodo paso por la calle Moret.

Itinerario 2005

Santiago, Godoy, Zapatería, Plaza del Duque, Gabriel y Galán, Plaza Mayor, Gran Vía, San Juan, Roso de Luna, Donoso Cortés, San Pedro, San Juan, Pintores, Plaza Mayor, General Ezponda, Santo Domingo, Andrada, Ríos Verdes, Sancti Espíritu, Plaza del Duque, Zapatería, Godoy y Santiago.

La cofradía optó por la alternativa, más larga pero también más cómoda, de llegar a Santo Domingo por Pintores, Plaza Mayor y General Ezponda, en lugar de ir directamente por Moret y Pza. de la Concepción.

Foto: cofradesdigitales.com

El experimento de las calles Roso de Luna y Donoso Cortés solo duró un año. Para proclamar una oración ante los enfermos, la cofradía decide en 2006 abandonar el casco viejo de la ciudad y subir por San Antón y la calle Sánchez Herrero (la cuesta de Hacienda) hasta el hospital Virgen de la Montaña. El recorrido de vuelta bajaba por la fuente luminosa y el paseo de Cánovas nuevamente hasta San Antón, San Pedro y la Plaza de San Juan. Como consecuencia, también se adelantó una hora la salida de la procesión, de las 20:00 horas a las 19:00. La longitud aproximada de este trayecto era de 2.250 metros.

Itinerario 2006-2012

Plaza de Santiago, Godoy, Zapatería, Plaza del Duque, Gabriel y Galán, Plaza Mayor, Gran Vía, Plaza de San Juan, San Pedro, San Antón, Sánchez Herrero, Avda. de España, Fuente Luminosa, Avda. de España (impares), San Antón, San Pedro, Plaza de San Juan, Pintores, Plaza Mayor, General Ezponda, Santo Domingo, Andrada, Ríos Verdes, Sancti Spíritu, Plaza del Duque, Zapatería, Godoy y Plaza de Santiago.

En el año 2012, por amenaza de lluvia, la cofradía decide recortar el itinerario previsto y dar la vuelta hacia Pintores en San Juan, como antaño, renunciando a llegar al hospital y realizar allí el rezo de la salve. Este nuevo recorrido queda reafirmado por la Junta Directiva para el año 2013, al considerar que el anterior era demasiado largo. En total fueron seis las ocasiones en que la Virgen de la Misericordia subió a visitar a los enfermos del hospital.

Itinerario 2013-2014

Plaza de Santiago, Godoy, Zapatería, Plaza del Duque, Gabriel y Galán, Plaza Mayor, Gran Vía, Plaza de San Juan, Pintores, Plaza Mayor, General Ezponda, Santo Domingo, Andrada, Ríos Verdes, Sancti Spíritu, Plaza del Duque, Zapatería, Godoy y Plaza de Santiago.

· Ver más estudios históricos de itinerarios

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El Besapies de Jesús no es muy antiguo, el primero se celebró el año 1940, pero su práctica arraigó tan fuertemente en el corazón de los cacereños, que sin temor a exageración, podemos afirmar que es el acto más trascendental que se celebra en nuestra Ciudad. No podía ser por menos, si se tiene en cuenta que la devoción de Jesús, juntamente con la de la Santísima Virgen de la Montaña, constituyen los polos de la piedad y devoción de los cacereños.

Se ha celebrado este año el décimo quinto Besapiés y de estos quince años podemos comunicar los siguientes detalles:

Todos los años, menos uno, se celebró en el templo parroquial de Santiago. El año que no se celebró en su Iglesia fue el 1949, y tuvo lugar en la de Santo Domingo por encontrarse establecida accidentalmente la Parroquia en la mencionada Iglesia, como consecuencia de las obras del templo parroquial que duraron desde 1948 a 1950.

El año 1949, estuvo la Sagrada Imagen en Besapies 24 horas justas; desde las doce de la noche del jueves a la misma hora de la noche del viernes. Tratándose de una Iglesia como la de Santo Domingo, con más dificultades de acceso, pues solo dispone de una puerta, quisimos y logramos evitar dificultades de aglomeración. No se interrumpió el desfile más que desde las dos y media a las cinco de la madrugada, pero la Iglesia mantuvo durante toda la noche gran número de fieles.

En el año 1950, aún continuaban las obras, pero la Directiva, acordó que el Besapies se celebrara en la Parroquia. A ella fue trasladada profesionalmente la venerada Imagen en la madrugada de aquel primer viernes de Marzo, precediendo un solemnísimo Via-Crucis en la Plaza Mayor. Fue el de este año el más emocionante Besapies, bajo las bóvedas aún apuntaladas, entre los montones informes de los derribos y materiales; junto a las herramientas de trabajo aquel día inactivas, desfilaban los fieles, sobrecogidos, muchos llorando por la emoción que les embargaba y todos con un silencio impresionante. A la una y media de la madrugada siguiente, en medio de una gran multitud, se reintegraba la Imagen a la Iglesia de Santo Domingo, donde habría de permanecer hasta la terminación de las obras de reconstrucción del templo parroquial. 
El desfile de devotos ha ido aumentando año tras año. Nuestro procedimiento de control, nos señaló un aumento extraordinario el año 1950, que sobrepasó algo más de 3.000 la cifra del año anterior, para continuar aumentando en los años siguientes. El más numeroso hasta ahora ha sido el del presente año que se ha aproximado a la cifra de 20.000 personas.

Fuente: Guía de Semana Santa de la Pontificia y Real Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Nuestra Señora de la Misericordia. Año 1954.

81 – Calvario

Encajo con una mezcla de satisfacción y esperanza el descubrimiento de nuevos blogs de gente que tiene muchas cosas que decir en esta historia, y que por fin se van decidiendo a compartirlas. La Piedra Callada, ¡Atentos!… ¡al hombro! o el ejemplo que nos ocupa en este post.
Confieso que desde hace tiempo venía barajando la idea de escribirle algo al paso del Calvario, pero la verdad es que nunca supe por dónde empezar. El proyecto dormía la siesta en los brazos de la pereza, hasta que una noche de mayo, sorpresa sorpresa, me encuentro por azar con el mejor título de blog que ha existido, existe y existirá en la historia de Internet: «No sus fieis de las horquillas«, de un cofrade ejemplar como es Ángel Falero. Lo primero que pensé es: ¿cómo no se me habría ocurrido a mí? Y allí dentro, una simple foto que despierta y emociona al mismo tiempo. La foto condensa tradición, historia, nombres propios, emociones y expresividad por toneladas. Tras ella, la inspiración venía sola. O a lo mejor era el empujón que le faltaba.
Tengo la suerte de haber conocido muchos pasos, siempre con experiencias positivas, pero hay dos en los que las cosas sencillamente son distintas. Uno es el Calvario; el otro lo guardaremos para mejor ocasión. Son otra historia. Ellos imponen sus propias reglas, tienen su sello de identidad, enganchan desde el crujido primero. En sus maderas, como en ningún otro lugar, se dignifica y se enriquece ese oficio tan de aquí que llamamos Hermano de Carga.
Uno no sabe explicar muy bien dónde reside la magia del Calvario ni cuándo nace esa peculiar manera de entender la Pasión, desde la humildad, el compañerismo y el orgullo. Tampoco puedo remontarme tan atrás como quisiera, pues aterricé en el Calvario precisamente el año en que se jubilaban sus míticas andas de campana y cinco varales. No he podido disfrutar de otras épocas. ¿Será por cómo suena? Solo los hermanos del Calvario conocen ese sonido. Solo ellos conocen la necesidad verdadera de echar el ancla por el adarve. Nadie está tan obligado a frenar con el esfuerzo. Solo ellos saben que los kilos no caen igual cuando pasa saludando el arco de Santa Ana. Ellos mejor que nadie saben lo que es besar las paredes de la muralla y llevarse un recuerdo de arenilla en la túnica, a la altura del antebrazo. Ellos más que nadie saben lo que es ver pies encogiéndose a su paso. Saben de un Cristo que no para quieto. Saben que ellos hacen otra procesión, una con las curvas más cerradas, las puertas más estrechas y las esquinas más traicioneras. Saben que para ellos los cables penden mucho más abajo. Será por la saeta del Borrasca en Puerta de Mérida, con la despedida de las últimas estrellas. Será porque su sombra en la piedra de San Juan se estira más alta que las demás. Será porque bajo el Calvario el adarve es más largo, y aun así nos da pena llegar al final. Será porque el Calvario une, identifica y enseña. Será porque en él todo es a lo grande. Será porque en trece años nunca he conocido cansancio, quejas o disputas. O será porque a cambio he conocido a muchos hermanos, entregados a una causa y amarrados a la horquilla y al orgullo como únicos compañeros de camino. Gente poderosa que va a lo suyo, que no rechista ni hace preguntas. No sabe de bandas, de atajos o de postureos. El Calvario va solo.
Muchos no entendemos la madrugada sin nuestro querido elefante, misterio siempre vinculado a una saga de maestros delante del paso, los Galiches (con G mayúscula), que dejaron imborrable cátedra esparcida a los pies de la muralla. Y aquí cedo el turno a quienes saben contarlo con bastante más propiedad que yo: Samuel Martín, David Remedios y Pedro Cano.
Alguna vez, con dolorosa incertidumbre, me he preguntado cómo entenderán el Calvario las generaciones que están por venir. Aquellos jóvenes, hoy todavía chiquillos, que no han tenido el privilegio de ser dirigidos, o mejor sería decir aconsejados, por las manos maestras de Ángel o de Paco. ¿Qué sabrán ellos del «no sus fieis de las horquillas»? ¿cómo aprenderán el «echad los pies por delante»? ¿quién les contará una broma para hacerles sonreir cuando van más jodidos? ¿y quién les gritará aquello de «ya estamos en casa»? ¿En qué escuela se enseña a sacar pasos de este tamaño a ras de suelo? Define magistral Falero: «la voz de un gran jefe de paso que hace pasar un tanque por el ojo de una aguja». Y llego a la conclusión de que quizás sea nuestra tarea, la de todos los que aún sigamos aquí, difundir y perpetuar este legado, una personalidad propia, una particular forma de hacer cofradía que disfrutaron tantos alumnos aventajados que pasaron bajo esa cruz, madrugada a madrugada. ¡Qué lección de cacereñismo, Calvario!
Alma Cofrade – Vídeo homenaje A.Polo (2005)
Sé de muchos que quieren jubilarse en este paso. Sé de muchos que no enseñan su rostro más que cuatro horas al año, para cargar con su Calvario. Sé de muchos que con gusto renunciarían a obligaciones mayores con tal de poder volver bajo estos varales, porque los sienten suyos. Y seguramente algún día volverán, claro que sí. También sé que alguno está leyendo ahora mismo estas letras, y para sí mismo asintiendo con la cabeza. No puede ser de otra forma, compañero: somos del Calvario.

Hermanos del Calvario.
Ni mejores ni peores.
Distintos.
Cincuenta hermanos, un solo corazón.
Cincuenta horquillas, un solo golpe.
Grandes hermanos, y hermanos grandes.
Grandes en tamaño.
Grandes en lealtad.
Grandes en el respeto.
Grandes en el deber.
Hermanos de los maestros.
Hermanos de una tradición.
Hermanos silenciosos.
Hermanos sin florituras.
Hermanos del aguante y la obediencia.
Hermanos del horquillazo y la cabeza alta.
Hermanos que no se doblan.
Hermanos del crujido seco y del diente prieto.
Hermanos del peso pesado.
Hermanos del adarve sin prisa.
Hermanos del paso majestuoso.
Hermanos de toda la vida.
Hermanos de aquí al Nazareno.
Hermanos del orgullo.
Ni mejores ni peores.
Distintos.
Hermanos del Calvario.

50 – Bienvenidos a abril

Todo vino de repente. La noche nos arrinconaba amenazante, robándole una hora al espacio que la tradición le tiene asignado, y ciñéndose sobre nosotros como cruel espada de Damocles. Nadie lo expresaba de viva voz, pero quien más o quien menos andaba con la mosca detrás de la oreja. Aquél no era su lugar. Fueron la Soledad con su serena presencia y la Zapatona con su solemne sandalia las únicas que pudieron vencer en este duelo contra la sombra. La Esperanza hizo amago de intentarlo, pero muy pronto se arrepintió, media vuelta a trompicones. Ellas deben pisar la calle con la claridad del día, así lo narran los libros. El Señor de las Batallas, que de siempre ha tenido un corazón más rebelde que el de los demás, no cedió al capricho de los científicos que le echaron la noche encima. El Perdón quiso imitar su ejemplo al siguiente día, y también le dijo tururú al mes de marzo. Definitivamente, aquél no era su lugar.
Han pasado ya doce meses desde aquella semana tan extraña. ¡Niña ponte guapa, que llega de nuevo tu cumpleaños! Vete secando los sinsabores, despídete del martirio y olvida ya el secuestro infame del año pasado. ¡Corre y dale un abrazo a tu abril!
En este abrazo se resumen la espera y la frustración contenidas durante tanto tiempo. Regresa la Semana Santa para fundirse en las manos de su legítimo dueño, tras un fugaz paréntesis en el que marzo se hiciera el encontradizo y nos la tomara prestada sin permiso, remojándola con ensañamiento, vistiéndola con otras ropas y tiñéndola con otros colores. Esta sí vuelve a ser la rutina de cada cuatro estaciones, la nuestra, la verdadera, no el tocomocho, no la caricatura, no el sucedáneo burdo de la última vez.
No sabemos cómo la recordarán las crónicas, ni qué huella dejará en la historia, pero sí tenemos la certeza de que, para lo bueno y para lo malo, saldrá de adentro de los hombres. Y de adentro nacen también los remedios para los males que ellos mismos sembraron, abonaron y recogieron. Por fin, tras largos años de deambular apuñalando nuestra condición de hermanos, la Semana Santa parece que retorna, o mejor dicho, la reconducen, a ese remanso de cordialidad del que nunca debió salir. O por lo menos a las lindes del remanso, que ya es bastante si echamos la vista atrás y recordamos todo el barro que tuvimos que tragar últimamente -unos más que otros, bien es cierto. Quiera Dios que no se rompa el equilibrio y que este cuadro tan dulce no lo pintaran con el pincel de la farsa ni con la brocha gorda del espejismo. Que las malas lenguas se las contemos a nuestros nietos tan solo como noticia histórica. Ése debiera ser el acontecimiento más recordado de este ejercicio, con una consideración muy por encima del resto. Cualquier otra cosa, aun sin sorprendernos lo más mínimo, no significaría más que una nueva muestra de ombliguismo atiborrado por parte de quien o de quienes correspondan. Y es que estas pamplinas, vamos a decirlo claramente, nada más que le interesan a los veinte locos que estamos ahí pringando meses y meses. Al cofrade común todo esto le suena a chino. Pasa. No quiere polémicas ni historias raras, que además de no interesarle ni siquiera las entiende. Él lo único que quiere es coger su túnica, hacer su procesión, pum pum pum y pa casa. Ahí está el tío. Y luego vamos llorando de que si falta participación en los cultos, más presencia en las asambleas, más colaboración en el día a día de la hermandad… pero es que, viendo lo que se cuece internamente, yo a veces ya me cuestiono si no deberíamos tomar ejemplo de ese cofrade de a pie, y dejar definitivamente de aburrirnos a nosotros mismos.
El caso es que nuestra fiesta, enemiga de la sátira y tradicionalmente muy sensible a lo mordaz, tendrá que lidiar en 2009 con una densa sucesión de estrenos y efemérides. Estas novedades, además de disparar desde muy temprano el mercurio del termómetro capillita, van a permitir a las autoridades renovar un poquito su repertorio de saludas, prólogos y discursos varios, que ya estaban empezando a coger moho.
Alcaldes y alcaldesas, concejales y personalidades diversas, afortunados gobernantes de una población afónica y apocada en la mansedumbre, nos llena de orgullo y satisfacción poder contar con su apoyo, aunque sea cada doce meses y gracias. Los cofrades, de manera entrañable, solemos acordamos de ustedes por estas fechas, cuando el pico, la pala y la hormigonera acuden puntuales a su cita con la Ciudad Antigua. Seguimos rezándole a nuestros santos para que alguna vez pongan ustedes los medios, y no las zancadillas, para alcanzar todos los logros que pregonan. Seguimos rezándole a nuestros santos para que alguna vez traduzcan en hechos todas esas palabras que repiten con tanto entusiasmo (bla bla bla turístico… bla bla bla cultural… bla bla bla 2016…) porque, de lo contrario, lo que nos vamos a comer será un gran mojón de interés internacional, para admiración de todo el continente y también por supuesto del vecindario. Preste atención, mi querido visitante, si tiene usted idea de venir a Cáceres en Semana Santa, pues a continuación le vamos a explicar las maravillas y el interés turístico que podrá disfrutar en nuestra ciudad:
El tercer conjunto monumental de Europa, no pierda detalle, inmaculadamente levantado en obras con la llegada de cada primavera. Una hostelería bandolera, para degustar los productos de nuestra tierra a precios patrimonio de la humanidad. Balcones, plazas y callejas engalanadas con óxido dieciochesco, tres manos de pintura vieja y un sutil alfombrado de cáscaras y frutos secos. Las novedades de la moda en la pasarela cofrade para esta temporada: minitúnicas de antiquísima generación con caída hacia el suelo, vaquero asomadizo y bajomanga de Ralph Lauren; chicle de menta contra la sed y gafas de sol a juego completan el conjunto. Admire la rectilínea majestad de esta concurrida legión de capirotes, clónicos, erguidos, dejando patente ese gusto por los detalles que siempre nos ha caracterizado. Centuriones romanos con reloj de pulsera acorazado, o Casio digital sumergible. Silencio sepulcral en las procesiones (y en la ventanilla de las subvenciones). Hermanos de carga que hacen valer su jerarquía frente al jefe de paso, confundiendo mando y obediencia. Allí, soterrados bajo los varales, rechinan las blasfemias y los tacos procaces, tantos que si algunos párrocos los oyeran, encontrarían al fin motivos de sobra para seguir puteándonos como nos putean. Hombres hechos y derechos de trece años paseando con alegría a nuestros ídolos sobre sus vértebras de cristal. Espectacular iluminación artística con 125V de corriente alterna. El respetuosísimo público que manda callar con discreción a las bandas de música. Una no-votada clase política cebollera, que lo mismo un año reniega de la Semana Santa que al siguiente está en la comisión para tramitar el Interés Turístico Internacional. Figúrese usted, y no va con segundas lo de figurar, lo que aportarán en esa comisión los mismos nombres y apellidos que “por principios” se niegan a presidir un desfile en calidad de alcaldía. Por principios. Tenga esto bien presente, amigo visitante, cuando de boca de esos mismos escuche por ahí los cacareos de la capitalidad cultural y del interés turístico. Ni con zancos les llega para estar a la altura del evento. ¿Qué más tenemos? Una Semana Santa impermeable (nunca se moja), guerrillas subterráneas entre clanes y hermandades, celos y rencores por los siglos de los siglos, cofradías que por encima de la palabra de Dios proclaman la palabra de los juzgados… amigo turista, acérquese a nuestro templo sin vendas ni pudor, no se olvide ni un momento de prestar gran atención, y dígame cuando se marche, con la mano en el corazón, si no ha visto usted aquí lo mismo que he visto yo. Todo esto y mucho más lo vivirá en primera persona, distinguido huésped, si acude usted en vacaciones a esta noble tierra de los llanos. Bueno, o a lo mejor son cosas mías… que soy muy malpensado.
Con todo, la ocasión igualmente lo merece, así que no se quede en casa, no permita que se lo cuenten porque jamás sentirá el latido del bombo, no lo vea por la tele que es mentirosa y esconde lo que no le conviene, olvídese de Internet que los perfumes no caben por el cable, no lo lea en los periódicos porque… buf, los periódicos, mejor me callo. No busque intermediarios, abandone los tapujos y visite el museo donde la muerte es una obra de arte. Bienvenidos sean todos a Cáceres, herencia de los hombres. ¡Bienvenidos al templo de abril!
Bienvenidos a un imperio más allá de la Tierra, un imperio tejido con hilo pobre pero digno, que rebosa de solera, de cultura y de identidad propias. Bienvenida la calidez de sus gentes, orgullosa de ser de donde es, y bienvenida la gloria de haber crecido sin más ayuda que su fe y sus sudores. Un gran imperio con su túnica por bandera, con su himno de saeta, su laurel de madreselva, un escudo en cada torre, una historia incompleta, con sus guerras entre hermanos, las horquillas por espadas, sin más regente que su pueblo, parlamento de cofrades y de leyes heredadas.
Bienvenida sea la caída de la tarde, y adiós a la tarde caída, a la noche pronta, al amanecer antes de hora. Cada una en el lugar que le corresponde, justo, preciso, ni antes ni después. Así lo dicta abril. Bienvenidas las salidas con el cielo pálido, los tintes y colores como mandan los cánones. Bienvenidos muros modestos, anchos redobles, vastos silencios, quejumbres siniestras y estandartes en su majestuosa guardia. Bienvenida cigüeña temprana en tu nido de alta rama, pertinaz centinela estatuario, corona sigilosa para esta maraña de aljibes, callejuelas y campanarios.
Bienvenido tú, que para ser cofrade te sobran el traje, el orgullo y los delirios de grandeza. Bienvenido tú, espectador inadvertido, forastero que palideces ante la verticalidad colosal de las torres moras. Tus diez mil ojos acarician mi piel. Bienvenido tú, abuelo que te desangras con cada recuerdo que recompones. Bienvenido cargador, sólo tú sientes el vértigo de encarar esa cuesta cuando pasas junto al postigo de Santa Ana. Sólo tú sufres la penumbra de ahí debajo, donde el aire se vuelve irrespirable. Sólo tú conoces lo que duele esa Plazuela del Socorro. Sólo tú sabes lo que es dejarse la salud en cada bache, en cada alcantarilla, en cada calle desnivelada. Bienvenido amigo, amiga, internetero fanático, compañero ocasional, colega de fatigas, noctívago, mentor o ayudante fiel. Sin vosotros nada de esto tendría sentido.
Bienvenidos hermanos de la Sentencia y del Dulce Nombre, aquí culmina vuestro sueño. Este cofrade os envidia. Probablemente algún retorcido se atreverá a contemplaros de brazos cruzados y mirando al suelo. Sentid lástima por él y confiad en que, por turbias que bajen las aguas, jamás se pierda el respeto. Arrimad el hombro para que Cáceres no cambie de nuevo la miel por el veneno. Y procurad que las portadas y las noticias sean para el que va arriba, y no para el que va debajo, que de sinsentidos en esta selva ya estamos curados de espanto.
Bienvenido el clavel, la espina, el cardo y el abrojo, hiedras y tríbulos por igual. Bienvenidas las púas, trancos y astillas, los sonidos y aromas que solo nosotros sabemos apreciar. Bienvenido el Cáceres del viejo tiempo, Cáceres de los fueros, de los Ulloa y de Espaderos, de Becerra y Casa Quemada, de Moctezuma y Carvajal. Cáceres de Ovando y de Pereros, Cáceres de Rivera, de Godoy y de los Condes de Adaneros. Cáceres que enciende un relumbro como salutación de sus muertos. Cáceres de los linajes que viven en las paredes. Cáceres de los púlpitos, de las troneras, los matacanes y las almenas. Del pretil de las murallas. De la crestería de los Golfines. De las gárgolas en las Veletas. Bienvenidos patios y palacios, antorchas, lunas y escalones, palmeras, pedruscos y torreones. Un cristo que se desliza entre las casas de los comendadores. El incienso en ese lujo que se llama Plaza de San Jorge. Tracatrán, clán, vaivén de lao a lao, no subirse al bordillo, ¡yo aquí voy colgao! Bienvenidos la horquilla y el varal, ya sabéis que en esta casa podéis entrar sin llamar. Seguiréis siendo por siempre los brazos de nuestra cruz de guía. Bienvenida la ilusión que me traes, el quebranto y la tensión de incertidumbre. ¿Bienvenidos los palios? Me basta con el azul de tus días.
Bienvenida feroz máquina del tiempo, bienvenido rocoso túnel que nos conduce del árabe al romano, del almohade al visigótico, de la judería al plateresco, del veintiuno a cualquier otro siglo de nuestra era. Bienvenido escenario milenario que muchos ya para sí quisieran, pocos como tú presumen de haber visto más navidades que cualquier imagen que los recorriera. Bienvenidos Pintores, Hornos, Santo Domingo, Corredera de San Juan, Arco de la Estrella, Cuesta del Marqués, Plaza de la Soledad, Caleros, Adarves, Puerta de Mérida… ni carrera oficial ni ná.
Bienvenida Afrodita de occidente, jardín del arte, altar único de los que aman sus raíces. Bienvenida feria de los sentidos, carnavales de la fe, esencia del medievo, música de todo el mundo, capital de la Pasión, del vino y de las rosas. La que no distingue edades, géneros ni condición. A ver quién te discute aquí tu trono. Agradezco en el alma, te lo juro, el dolor de quien te pariera, si acaso fuera de este mundo. Te doy las gracias por este profundo enjambre de sensaciones que lo mismo me elevan que me hastían, desde aquel lejano día en que me cogiste de la mano y yo te dije que sí. Gracias por dibujarme tus memorias en esta cinta de Moebius de doce meses de diámetro; hay que joderse, lo bonito que lo pintas… ¡nunca he sabido si nos haces o te hacemos! Gracias por permitirme dar un sentido honesto a un concepto tan traicionero y manipulado como el de religión. Gracias un año más por haber venido a visitarme antes que San Pedro. Y gracias en nombre de todos los que reducen su universo a un palo, una vela y cuatro maderos.
Aquí estás otra vez, eterna, exacta, infinita. Y sigues viva; la prueba está en tu gente, que no se arruga, que sigue viendo, callando y trabajando. Todos ellos se merecen con justicia la más cordial de las bienvenidas, pues están a punto de concluir un viaje que siempre, siempre, se hace largo, y cuya distancia no la miden las hojas del almanaque sino la hondura de los recuerdos. Bienvenidos compañeros a la primavera, bienvenidos a abril, bienvenidos a la Semana Santa de Cáceres. Palabras Mayores.

40 – Capuchones

Allá, en el fondo se ve,
unas luces avanzar
como un río de cirios.
Se ve, el incienso subir,
en la noche sutil
de azahares y lirios.
P.Romero, 1994.
Rio de cirios… si nadie pone remedio, dentro de poco les hablaremos a nuestros hijos del río de cirios como si les contáramos la historia del Yacente sin urna, del Cto. de las Batallas por Cánovas, o de las palmeras de la plaza. Les hablaremos de una estampa perdida y recóndita para siempre en la memoria antigua de nuestra ciudad. El río de cirios, a su paso por nuestro Cáceres, es hoy arroyuelo a trompicones en el mejor de los casos, y tibia escarcha de amanecer en el común de todos ellos. No hay que perderse en buscar culpables, pero sí conviene por lo menos analizar y reconocer algunas causas. Se me ocurren dos así a bote pronto, y con mi sangre firmaría que fuesen las únicas.

La primera somos los adultos, los padres, los cofrades con cierto camino andado y no olvidado, que educamos y alimentamos a los muchachos en los dogmas del sacapasismo, arrojando toda la valía sobre el arte del cargar sin advertirles que hay que ser cocinero antes que fraile. 16 años, chaval. 16. Los más jóvenes no valoran la figura del penitente, porque nosotros mismos no la valoramos. No se les educa en el respeto a nuestra fiesta, sino con suerte a una parte de ella.

Y como los padres a fin de cuentas no dirigen cofradías, la otra parte de responsabilidad recae sobre las juntas directivas. Y de directivas no entiendo mucho, pero de paternidades todavía menos, así que me voy a permitir hablar más de lo otro que de lo uno. En mi corta experiencia intramuros de la Pasión, pude ver absolutamente de todo. Prefiero no imaginar lo que habrán podido ver –y callar- los que llevan toda la vida en esto. Si el hermano común, posiblemente sin quererlo, ya contribuye a engordar el desmesurado culto al paso, dentro de las cofradías esta tendencia acucia hasta la asfixia, y abraza cifras ilógicas. La cantidad de recursos (económicos, humanos, temporales) que se destinan o se relacionan de modo directo con las imágenes y los pasos, en relación a los dedicados al resto de la hermandad, me resulta francamente alarmante. Aunque no tanto como la constatación de que muy pocos reparan en ello.

Si falta gente para cargar nos rasgamos las sagradas vestiduras, sacamos el ataud y pintamos la Semana Santa con tintes de tragedia. Suenan tubas y clarines de muerte. Si faltan capuchones, ¿capuchones? ¿eso qué es? Nadie se da cuenta. Porque los capuchones no los vamos a sacar con ruedas, ni vamos a coger el turno sobrante, darles un cirio y ponerlos en fila de a uno, ¿se imaginan?

Nos embriagamos de orgullo con los buques de fasto versallesco que surcan nuestras calles, con los enormes misterios de órdago y califato, los faroles de finura repujada, los bordados faraónicos, el oro o la bisutería. La devoción hacia estos ídolos de bronce, meras comparsas al lado del que de verdad importa en estas lides, llega hasta extremos de idolatría pegajosa, por no decir ya irrespetuosa y molesta. Mientras tanto, el cuerpo de escolta, ése que no ocupa portadas, ni carteles ni asambleas, continúa siendo el hermano pobre de la fiesta. Y mira que sale barato: un cartón y un cacho cuerda. El problema, claro está, es que el capital humano ya no viene resultando barato, sino prohibitivo.

La Semana Santa, tras una época negra pisoteada lo mismo por unos que por otros, renace a mediados de los años 80, con la creación/refundación de hermandades y con la oportuna oxigenación del plantel cofrade. A finales de esta década y principios de la siguiente, el proceso culmina con la aparición de nuevas cofradías y de otras estructuras que, en un pausado proceso de maduración, van consolidando a esta celebración como un evento de profunda raigambre social, y no meramente religiosa, en Cáceres. A partir de ahí, y hasta el inicio de nuestro siglo, la Pasión protagoniza un preclaro crecimiento que, aunque lejos de extinguirse, sí parece haber amainado y entrado ya en una fase cautelosa de reposo y asentamiento. Bien.

Desde hace tiempo, tengo la impresión de que no hemos sabido aprovechar aquel boom de los 90 para alumbrar una cantera sólida que apuntalase la continuidad de estos festejos. Que nadie se engañe, todavía vivimos de las rentas, y las rentas en esta historia se prolongan por varias generaciones, pero terminan también caducando. No fue éste de los 90 un periodo baldío -los avances fueron muchos y los logros hoy en día los disfrutamos- pero sí echo en falta alguna conquista en el terreno humano. Algún mecanismo que, surtido de aquella ingente marea de personas arrastradas por la corriente semanasantera, propiciara que las hermandades tuvieran un vivero del que nutrirse en el futuro, cada vez menos lejano, cuando la Pasión dejara de ser moda, cuando las generaciones fueran conociendo canas, y cuando salir en Semana Santa comenzara a costarnos más trabajo del que nos cuesta hoy.

No es del todo tarde, pero convendría no dormirse en los laureles, ni en los varales, por lo que pudiera pasar. Siempre resulta agradable, y más en estos tiempos, ver a la chiquillería impetuosa agarrarse a la almohadilla y derrochar ilusión ante un reto que para ellos es mezcla de lo épico y de lo místico, y alberga briznas de hazaña y de rito iniciático. Puedo comprender al padre henchido de orgullo viendo seguir sus pasos al primero de su prole. Pero se me antoja que quizá, en aras del bien común, debiéramos dejar a un lado lo emocional, y centrarnos más en lo práctico. Lo práctico es que dentro de 30, 40, 50 años siga habiendo gente para sacar las procesiones. Y se supone (ya no sé si es mucho suponer) que las procesiones salen a la calle gracias a los hermanos de carga y también a los hermanos de escolta. Al paso que vamos, el primer grupo terminará fagocitando al segundo, y nosotros aplaudiendo. Y los chiquillos, en lugar de pasos, cargarán con la pesada losa de la derrota, del vacío y del no-lugar.

El oficio de la carga tendría que ser tabú para cualquier persona menor de 16 años, una edad excesivamente temprana, pero que tomaremos válida por aquello de cumplir los estatutos. 16 años. No es ya una barrera impuesta por las leyes físicas, sino por la necesidad. ¿De dónde acabará mamando el cuerpo de nazarenos, si dejamos a los chavales meterse bajo las andas con 15, con 14, con 13 años, y no sigo bajando pero seguro que todos estamos pensando lo mismo? ¡Cambio cirios por horquillas! Quizá nuestras directivas debieran no pensar tanto a cinco años vista, y sí tener la conciencia, el aplomo y la amplitud de miras suficiente como para trazar los objetivos más allá de los horizontes visibles, cuando muchos nos hayamos quitado del medio y seguramente estemos ya para otros trotes. No es fácil. A nadie le gusta sembrar para que los frutos los recojan otros, pero la teoría dicta que aquí remamos todos en la misma galera, ¿no? Que somos, o nos hacemos llamar, cristianos, que compartimos y que nos solidarizamos, que trabajamos en armonía y somos todos muy buenos y ese tipo de cosas. Que los penitentes son más importantes que una banda, que un manto o que un paso de plata, que dentro de los capirotes hay personas, no muebles, y que sin personas, sin capital humano, las cofradías se acabarán yendo al carajo, por mucho patrimonio del otro que atesoren.

Alguno dirá, no sin razón, que este es un problema más, que tenemos muchos otros (de mayor o menor importancia, que lo juzgue cada cual). Pues efectivamente: ¡es un problema más! Y como tal hay que meterle mano, cual cerveza tras traslado. Alternativas hay, si no para atajar el asunto, sí para atenuarlo. Muchas están ya expuestas donde se deben exponer, que no es precisamente en un espacio de Internet. Pero para acabar con un problema hay que reconocer su existencia, primero, y tener ganas de resolverlo, después. Y como en cualquier otra empresa, hace falta dedicación, hace falta invertir tiempo, y hace falta valentía a la hora de tomar algunas decisiones. Que pese a quien le pese, en Semana Santa queda mucho por inventar, y la tradición debe actuar siempre como trampolín, nunca como ancla.

Tampoco pensemos que todo es noche cerrada, ni vayamos a tropezarnos a estas alturas con el manido derrotismo: es un hecho objetivo que a algunas cofradías no les va tan mal con la cantera. A lo mejor habría que fijarse en ellas, preguntarse cómo lo hacen, y analizar motivos y consecuencias. A lo mejor para eso tendríamos que mirar al vecino con ganas de aprender, y no con ganas de criticar. Y a lo mejor así conseguiríamos una Semana más digna de llamarse Santa. A ver si nos dejamos de pamplinas y nos dedicamos a lo que nos tenemos que dedicar, que cualquier año de estos nos vamos a llevar un buen susto, y alguno quizás se lo haya llevado ya. Me gustaría ver alguna tarde a todos nuestros electos gobernantes reunidos para buscar soluciones conjuntas a cuestiones de esta índole, y no para otras menudeces de las que uno se entera. Pero me temo que eso es una utopía aún mayor que la de esperar que esto se resuelva con el paso del tiempo y la inercia de los acontecimientos. Mientras llega ese día, señores, a mí no me salen las cuentas, y nuestra Semana Santa continúa caminando a la buena de Dios.

28 – Luz

Cuando miro a nuestro cristo caminando hacia la tumba
me pregunto dónde está, o en dónde se olvidaron,
el arte de esa silueta recortada en la penumbra,
mutilada sin piedad por un haz que la deslumbra.

¿Cómo algo tan artificial se atreve a presumir de hermoso?
¿Qué musa inspiró al creador de tal invento pavoroso?
¿Qué es lo que movió al directivo a lastrar las parihuelas?
¿Quién dejó que la electricidad se matricule en nuestra escuela?

Imagínate al Nazareno iluminado por las velas.
Imagínate que no hay más luz que el sol saliendo en la ladera.
Imagínate al Cristo Negro con dos faros en la cara.
Imagina el rostro divino sin farol que lo manchara.

Alumbrar, distorsionar, y destruir
la luz más pura,
la de las sombras…
la verdadera…

Si los rayitos de luna
se convierten en tu cuna
abrazando a la madera,
¿pa qué quieres la pamplina
de esas luces de mentira?
¿no ves lo mal que te quedan?
Si cuando vienes, paisano,
no distinguen tu rostro claro,
que te miren más despacio.
Pero que no te disfracen
con ese cruel embalaje
estridente, cutre y rancio.
Por eso, háganme caso,
¡fuera los focos y cables de nuestros pasos!

22

Tus viejas piedras son el marco donde el cristo, como en un cuadro antiguo de maestro mesetario, desencadena su grito ahogado y resalta su mortal palidez. A tus flores más hermosas les robé sus perfumes para brindárselos a mi pluma. A tus bravos cargaores desde el fondo de las venas arranqué los sentimientos. Tras el bruñido de tus torres pude hallar impasible la recia mirada del tiempo. Dibujé mi porvenir cuando me cambiaste la vida ese catorce de abril. Y con este amasijo de costumbres, aromas, risas y dolores, quiero verter mi corazón, como un tintero ante ti.

Cuida de estas letras, que adentro llevan mi alma.

I

Soy Camberos en penumbra.
Soy el desgarro cornetero.
Soy el guijarro traicionero,
que por Bujaco te derrumba.
Soy San Juan en trasera sombría.
Soy Soledad que guarda mi tumba.
Soy Pizarro, solitario y tenebroso.
Soy Santa Clara, Puerta del nuevo día.
Soy adarve, moruno y bullicioso,
y en él camino por donde solía.
Apoteosis cruzando Santa María,
desayuno riendo luminoso.

II

Yo, retiro eterno del escriba,
tanto lujo llevo como rehuyo.
Soy suspiro de larga fatiga
en los hombros de los hombres tuyos,
Y te miro tragando saliva,
y te asombro entre los murmullos.
Soy violento claroscuro,
poso de lo profundo y lo popular.
Soy la inspiración de tu arte,
de la nota, la palabra y el flash.
Yo soy el cuarto centenario.
Soy custodio y relicario.
Soy aliento a medio escapar.
Soy presente, futuro y pasado.
Soy la huella de la antigüedad.

III

Soy el octavo pecado capital.
Soy bostezo criminal en la mañana.
Soy pasmo y rezo al contemplar
el reo andando por la muralla.
Yo te miro y nunca te miento,
yo te hablo hondo con la mirada.
Soy la ilusión a tu cuello anudada.
Soy la fuente de tus pensamientos.
Tierras de abolengo y espada,
pudieron ver mi acunamiento.
De nada ni de ninguno
yo me siento patrimonio.
Soy alarido quebrado
de un poblado mansurrón,
que pervive prendido de insomnio,
que obedece silente al reloj.

IV

No preguntes Cáceres, quédate en la duda.
Soy la plata que a mis faroles da tu luna.
Yo soy aquello que te hace diferente.
Soy tu resuello, fugaz y reverente.
Soy lo nuevo y soy lo viejo,
frío emboscado en pedernal.
Soy el repiqueteo de horquillas,
que al ritmo del tenso pellejo
más que andar quieren bailar.
¡Que no me empadronen en Sevilla!
¡Que éste es mi carné de identidad!

V

Soy ídolo de atávicas hechuras.
Poseo trazas de legendario.
Llevo un gesto macilento,
que nunca precisó de cura.
Ni tengo ni quiero barrio.
¿Pa qué más barrio que mi gente,
más cartel que la piedra caliente,
ni más trono que la Extremadura?
Soy el quinto día de la semana,
motivo de esperanza cotidiana.
Soy la gala que no halla balcón,
y la pala que ahonda tu reflexión.
Soy el miedo que existe en ti,
clavo ardiendo si se acerca el fin.
Soy la garra que tu palo amarra.
Soy el que da el sentido a tu sentir.

VI

Acojo tu historia entre mis brazos.
Muero a diario por tus calles.
Transformo mi última costilla
en preludio denso de tus detalles.
Soy el lirio en tu penar,
y el clavel en tu alegría.
Soy enjundia por el día,
y en la noche majestad.
Soy tu conciencia atroz.
Soy alivio en tu agonía.
Soy crujido de rancia madera,
boca de quien no tiene voz.
Del rigor de la madrugada
nadie sabe más que yo.
Del rigor de mis hermanos,
hablaremos en otra ocasión.

VII

Tengo el sueño por equipaje.
Por mí ya sudan los chiquillos.
Por mí se hacen personajes
tantos tristes personajillos.
Por mí se torna la plaza
en un lienzo vivo de Murillo.
Yo soy portones de caoba,
los testigos de mi camino.
Por mí callan los altos trinos.
Por mí amamantó la loba.
Enjambre de dilatada pena,
hambre de pregón constante.
Riscos mordidos de almena,
faros de cera tremolante.
Ventana que besas la escena
pa ver mi estampa itinerante,
abre tu pestillo a mi paso
que yo soy el estandarte.

VIII

Soy el veterano huraño.
Soy la espera sentida.
Soy el amigo de por vida,
que ves una vez al año.
Donde yo piso con mi leño,
ni los jefes de tu mundo
ni la fuerza de la bulla
osan cuestionar mi rumbo.
Mira si soy cacereño,
hombre que a mi vera arrullas,
que hasta me puse en un segundo
el nombre de una calle tuya,
Y de tanto y tanto caminar,
grito mas no me hundo
Y mi madre se quiso llamar
como las lindes de tu catedral.
Tú que a pesar de la edad
me paseas gemebundo,
tú que me viste de nieto
y vas a verme de abuelo,
tú que naciste con la suerte,
de poder besar este suelo.
Soy en tu vida el anhelo,
soy el consuelo en tu muerte.

IX

Renazco en albores de marzo,
no cabe la gente en la plaza.
Dos hermanos a mi lado
escoltan sus capas blancas.
Dedo gordo desgastado.
Cambio besos por estampas.
Soy tu sed, tu enfado y tus dolores,
soy la razón de tu amanecer,
soy el león junto a la torre,
ave temprana y cordel.
Soy tu mito y soy tu tiempo.
Soy plegaria bajo el olivo.
Yo disfruto el premio lento
de morir mi muerte contigo.

X

Yo soy la nube sin cielo.
Yo soy la noche sin luna.
Yo soy el llanto sin ruego.
Yo soy la nana sin cuna.
Yo soy la rama leve
que acaricia mis espinas,
heridas de mi escarmiento.
Yo soy la llama breve
que detrás de mi camina,
e ilumina mi tormento.
Y acabado el gran dolor
saco pinchos al momento,
doy calor al sentimiento,
enfrío cañas en el asador.
¡Jefe, rondas pal regimiento,
que esta noche invito yo!
Yo soy la lluvia que temes.
Yo soy el aire que bebes.
Yo soy cruz suspendida al viento.
Yo soy el morao.
Yo soy el silencio.

Silueta de Jesús Nazareno de Cáceres en la madrugada