El otro día comentaba el hermano Kojie que le gustaría debatir más acerca de los recorridos de las hermandades y los cambios que en este sentido hemos visto en Cáceres últimamente. Para cualquier blogger es un lujo que sus propios lectores le aporten sugerencias y temas para escribir, de modo que hoy quiero aprovechar el quite para dedicarle unas líneas a la
cofradía de la Vera Cruz.
Es una opinión muy extendida, tanto entre los cofrades como entre el público, que el paso por la Plaza Mayor de este año 2012 fue bastante deslucido. La vuelta completa a la plaza, sin ningún elemento que la justifique de forma natural, resultó innecesaria y en cierto modo gratuita. Además, al no colocarse el público en la fila interior el resultado para los propios hermanos queda un tanto desangelado. Así puestos, parece que tiene mucho más sentido acceder desde la Gran Vía directamente al Arco de la Estrella, sin rodeos.
Esta alternativa, empero, a mí se me queda un poco coja. Si le quitamos la vuelta a la Plaza nos queda un itinerario de apenas 1.200 metros, que me parece demasiado corto para una hermandad de esta enjundia. No llegaría a las tres horas incluyendo la oración y ceremonia de recogida. Pero es que, además, es duro. Los pasos de esta querida hermandad son pesados, muy serios, y la subida por los adarves se hace trabajosa y poco lucida.
En consecuencia, yo creo que a la Vera Cruz le conviene un recorrido quizá 20 o 25 minutos más largo que el actual -sin la vuelta por la plaza-, pero también más llevadero. Esto comporta dos ventajas fundamentales:
1) Los hermanos lo agradecerían y disfrutarían más de la estación de penitencia.
2) La cofradía se luciría mucho mejor en la calle. A menudo se nos olvida que las cofradías tenemos una labor de apostolado y de evangelización frente al pueblo. Aquello de
procesionar para nosotros, además de ser una postura egoísta, creo que va en contra del espíritu que debe tener una hermandad de penitencia.
Siempre he defendido que el urbanismo es un aspecto clave en el concepto y en las razones de la Semana Santa. Una hermandad no sale
de paseo a cualquier parte, no camina al azar y no atraviesa calles o plazas «porque sí». Todo ha de tener un porqué. En Cáceres, donde no hay ni puede haber Carrera Oficial y donde las hermandades no hacen estación de penitencia a ningún templo concreto, esto cobra mayor importancia si cabe. En el mundo de las cofradías hay mucho de simbología y mucho de identificación con la ciudad. Y las calles, los giros, los rincones, los paisajes… son un pilar clave de esta identificación.
En el caso que nos ocupa, tenemos la suerte de que la ubicación de San Mateo permite barajar un amplio abanico de alternativas. Bajar los adarves en vez de subirlos, la calle Pintores, Moret, General Ezponda, Donoso Cortés, San Pedro… creo que hay suficientes posibilidades para no conformarnos con un recorrido que resulta, a un tiempo, difícil y escaso de minutos. La directiva, por lo que sé, tampoco es ajena a esta circunstancia y seguro que sabrá plantear la cuestión y encontrar la solución idónea para la próxima Semana Santa.