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Procesión del Cristo de las Batallas 

La procesión del Cristo de las Batallas presenta en su historia tres itinerarios bien diferenciados. Como anécdota señalamos que el primer año (1953) la cofradía desfiló en la tarde del Viernes Santo, delante de la cofradía de la Soledad y Santo Entierro, procesionando un cristo crucificado que entonces se veneraba en la concatedral de Santa María. No existen muchos más datos de esta imagen, si bien cabe suponer que se trataba del mismo Cristo de Limpias que participó en la procesión Magna de 1959.
Es a partir de 1954 cuando la cofradía ya recibe a su imagen titular, el Cristo de las Batallas tallado por Antonio Arenas y réplica de la imagen del mismo nombre que existe en la ciudad de Ávila. Su desfile discurría por el centro moderno de Cáceres para realizar un acto de homenaje y el rezo de un responso en la Cruz de los Caídos. A su regreso, la comitiva discurría prácticamente por el mismo camino en sentido inverso. La longitud aproximada de la procesión era de 2500 metros.
Itinerario 1954-1970:
Santa María, Arco de la Estrella, Plaza Mayor, Pintores, San Juan, San Pedro, San Antón, Avenida de España, Plaza de América, Avenida de España, San Antón, San Pedro, San Juan, Gran Vía, Plaza Mayor, Arco de la Estrella, Santa María.

No era entonces la única cofradía que visitaba las modernas avenidas del centro, ya que la cofradía del Humilladero en alguna ocasión, y durante mucho tiempo la burrina de los Ramos, también discurrían por el entorno de la Cruz y del paseo de Cánovas en la décadas de los 50 y 60. Para hacernos una idea de cómo era el escenario en aquella época, recordemos que el edificio Coliseum por ejemplo no se construye hasta el año 1962, la fuente luminosa no se instala hasta el año 1965, o que el paseo de Cánovas estaba cubierto por completo de arena (no se instalan sus baldosas hasta  1980). Todavía no había hermanos de carga, sino que la imagen del Cristo era portada en carroza, como vemos en la fotografía:
Cristo de las Batallas tras cruzar el Arco de la Estrella.
Foto de Semanasantadecaceres.org
En el año 1971 la procesión se suspende por causa de la lluvia, y para el año 1972 se recorta notablemente el itinerario y se traslada el acto de homenaje a los caídos a la Plaza de Argel, donde se situaba el monumento al regimiento Argel 27. El trayecto pasa a ser de unos 1700 metros aproximadamente. También más largo que el actual, pero tengamos en cuenta que hasta este momento la procesión del Cristo de las Batallas salía a las ocho de la tarde del Lunes Santo.
Itinerario 1972 -1975:
Santa María, Arco de la Estrella, Plaza Mayor, Plaza del Duque, General Margallo, Plaza de Toros (se reza un responso frente al cuartel Infanta Isabel), Jose Antonio (actual calle Barrio Nuevo), Plaza de la Concepción, General Ezponda, Plaza Mayor, Arco de la Estrella y Santa María.

Es inexacto el dato que suele aparecer en todas partes de que la cofradía deja de procesionar en 1977. La cofradía se disuelve en 1977, pero en el año 1976 ya no sale a la calle. Decide suspender a última hora la procesión prevista, aludiendo a excusas muy poco claras acerca de la seguridad de las andas y cuestiones de logística (en ese año la lluvia no fue un problema, aunque sí es cierto que la climatología fue algo incierta aquel Lunes Santo). Todos los indicios apuntan a que realmente la decadencia en la hermandad era ya muy aguda en el 76, y los cambios sociopolíticos que se producen en el país no hacen sino darle la puntilla. A partir de ese momento, España pasa a ser un estado aconfesional y por tanto ya no se podía obligar a los soldados que estaban haciendo el servicio militar en Cáceres a participar en actos religiosos como hasta la fecha (como vemos en la foto, ellos eran los encargados de portar sobre sus hombros al Cristo de las Batallas).

Lunes Santo de 1975, Cristo de las Batallas por la Plaza Mayor.
Foto del Periódico Extremadura.

 

Tras un prolongado paréntesis, la cofradía se refunda en el año 1984, y vuelve a procesionar el Lunes Santo de 1985. Para esta ocasión se construye un nuevo itinerario, que se ha mantenido intacto hasta hoy, y que atraviesa los rincones más emblemáticos de la Ciudad Monumental cacereña, subiendo por Pintores hasta San Juan, girando desde San Pedro y Donoso Cortés, para llegar por Pizarro hasta los adarves. Su longitud aproximada es de 1500 metros. También se atrasa la hora de salida hasta las 20:30 horas de la noche del Lunes Santo. Más adelante, como sabemos, se atrasaría otra media hora hasta las nueve de la noche, que es el horario de salida actual.
Itinerario 1985 -2011:
Plaza de Santa María, Arco de la Estrella, Plaza Mayor (vuelta por la Paz), Pintores, San Juan, San Pedro, Donoso cortés, Pizarro, Soledad, Santa Clara, Puerta de Mérida, Adarves, Arco de la Estrella, Plaza de Santa María.
Cristo de las Batallas subiendo porla calle Pintores en los años 80.
Foto de la web de la cofradía.
Al respecto de los itinerarios conviene reseñar tres hechos relevantes que acontecen en esta época reciente de la historia de la cofradía.
En el año 2006, parte de la junta directiva plantea un cambio de itinerario para acortar el recorrido y pasar directamente de Pintores a la calle Pizarro (por las traseras de San Juan y la calle Sergio Sánchez) en lugar de dar la tradicional vuelta por San Pedro, Donoso Cortés y Pizarro. Esta alternativa fue rechazada por amplia mayoría en asamblea general de hermanos.
En el año 2011, las obras de restauración en la concatedral de Santa María obligan a la cofradía a un complicado año de exilio. La imágenes se resguardan en diversos templos de la ciudad, y para la Semana Santa de 2012 la cofradía debe buscar un lugar de salida alternativo para su procesión del Lunes Santo. La junta directiva propone dos alternativas: la sede del Gobierno Militar, situada en el Palacio de las Veletas, y el Palacio Episcopal. La asamblea general de hermanos decide en votación a mano alzada salir de la Plaza de las Veletas, ya que existían dudas de que el Palacio Episcopal pudiera acoger a los tres pasos que conforman el desfile del Lunes Santo. La alternativa del Gobierno Militar presentaba otro inconveniente, y es que se trata de dependencias al aire libre. Finalmente esto se resolvió con carpas y materiales de campaña que los propios militares prestaron a la hermandad para ese día (que para más inri resultó bastante lluvioso).
De esta manera, el itinerario previsto para 2012 queda como sigue:
Itinerario previsto 2012:
Plaza de las Veletas, Plaza de San Mateo, Ancha, Puerta de Mérida, adarves, Arco de la Estrella, Plaza Mayor, Pintores, San Juan, Sergio Sánchez, Pizarro, Soledad, Santa Clara, Ancha, San Mateo y Plaza de las Veletas.

Como vemos, el trayecto es muy similar al tradicional. La única diferencia residía en suprimir el tramo de San Pedro y Donoso Cortés, para compensar el exceso de metros que suponía recorrer dos veces tanto la calle Ancha como la Plaza de San Mateo.

Sin embargo, este recorrido único jamás llegó a verse en Cáceres. A última hora, y ante la amenaza de la lluvia, la cofradía decidió que adentrarse en los adarves era muy arriesgado y optó por un nuevo recorrido improvisado poco antes de la salida, que finalmente fue el siguiente:

Itinerario final 2012:
Plaza de las Veletas, Plaza de San Mateo, Ancha, Santa Clara, Soledad, Pizarro, Sergio Sánchez, Plaza del Doctor Durán, Plaza de San Juan (vuelta por la corredera), Gallegos, Hornos, Soledad, Santa Clara, Ancha, San Mateo y Plaza de las Veletas. 

En el año 2013 la cofradía introduce un leve cambio en su recorrido, obligada por la remodelación de la Plaza Mayor que deja sin sentido rodearla para dar la tradicional vuelta por la ermita de la Paz. Esta es una decisión que han tomado la mayoría de hermandades desde que se inaugurara la obra de la Plaza Mayor en el año 2011. Así pues, el itinerario oficial de la cofradía del Cristo de las Batallas el Lunes Santo queda como sigue:
Itinerario 2013:
Plaza de Santa María, Arco de la Estrella, Plaza Mayor (sin vuelta por la Paz), Pintores, San Juan, San Pedro, Donoso cortés, Pizarro, Soledad, Santa Clara, Puerta de Mérida, Adarves, Arco de la Estrella, Plaza de Santa María. 


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Lunes Santo, noche, viento
que baja por el Adarve
y te corta como hielo.

El Cristo de las Batallas
-con su verduguillo negro-
va empedrando de claveles
su Calvario de silencio…
Y María de los Dolores
le sigue, pesar y duelo:
vas escondiendo tu pena
de ver a tu Hijo cayendo
bajo el peso de mi culpa,
que es su Cruz, que es tu tormento.

María…
Ocultas tu cara blanca
intentando, sin consuelo,
que Jesús no vea tu llanto
ni escuche tu sufrimiento…
que  bastante tiene Él ya
con las llagas en su Cuerpo…

No dejes que los puñales
que tu Corazón han puesto
de luto, mi Fe desangren
por adorar a un becerro…
que su Martirio y tu angustia
nos sirvan como escarmiento.
Quedas huérfana de tu Hijo y…
nosotros nos escondemos
en vez de gritar en alto
¡no lo matéis, no hagáis eso¡
.
Reza por nosotros, Madre,
y por el Señor, QUE HA MUERTO.

J.I. Sellers Bermejo, 2010

50 – Bienvenidos a abril

Todo vino de repente. La noche nos arrinconaba amenazante, robándole una hora al espacio que la tradición le tiene asignado, y ciñéndose sobre nosotros como cruel espada de Damocles. Nadie lo expresaba de viva voz, pero quien más o quien menos andaba con la mosca detrás de la oreja. Aquél no era su lugar. Fueron la Soledad con su serena presencia y la Zapatona con su solemne sandalia las únicas que pudieron vencer en este duelo contra la sombra. La Esperanza hizo amago de intentarlo, pero muy pronto se arrepintió, media vuelta a trompicones. Ellas deben pisar la calle con la claridad del día, así lo narran los libros. El Señor de las Batallas, que de siempre ha tenido un corazón más rebelde que el de los demás, no cedió al capricho de los científicos que le echaron la noche encima. El Perdón quiso imitar su ejemplo al siguiente día, y también le dijo tururú al mes de marzo. Definitivamente, aquél no era su lugar.
Han pasado ya doce meses desde aquella semana tan extraña. ¡Niña ponte guapa, que llega de nuevo tu cumpleaños! Vete secando los sinsabores, despídete del martirio y olvida ya el secuestro infame del año pasado. ¡Corre y dale un abrazo a tu abril!
En este abrazo se resumen la espera y la frustración contenidas durante tanto tiempo. Regresa la Semana Santa para fundirse en las manos de su legítimo dueño, tras un fugaz paréntesis en el que marzo se hiciera el encontradizo y nos la tomara prestada sin permiso, remojándola con ensañamiento, vistiéndola con otras ropas y tiñéndola con otros colores. Esta sí vuelve a ser la rutina de cada cuatro estaciones, la nuestra, la verdadera, no el tocomocho, no la caricatura, no el sucedáneo burdo de la última vez.
No sabemos cómo la recordarán las crónicas, ni qué huella dejará en la historia, pero sí tenemos la certeza de que, para lo bueno y para lo malo, saldrá de adentro de los hombres. Y de adentro nacen también los remedios para los males que ellos mismos sembraron, abonaron y recogieron. Por fin, tras largos años de deambular apuñalando nuestra condición de hermanos, la Semana Santa parece que retorna, o mejor dicho, la reconducen, a ese remanso de cordialidad del que nunca debió salir. O por lo menos a las lindes del remanso, que ya es bastante si echamos la vista atrás y recordamos todo el barro que tuvimos que tragar últimamente -unos más que otros, bien es cierto. Quiera Dios que no se rompa el equilibrio y que este cuadro tan dulce no lo pintaran con el pincel de la farsa ni con la brocha gorda del espejismo. Que las malas lenguas se las contemos a nuestros nietos tan solo como noticia histórica. Ése debiera ser el acontecimiento más recordado de este ejercicio, con una consideración muy por encima del resto. Cualquier otra cosa, aun sin sorprendernos lo más mínimo, no significaría más que una nueva muestra de ombliguismo atiborrado por parte de quien o de quienes correspondan. Y es que estas pamplinas, vamos a decirlo claramente, nada más que le interesan a los veinte locos que estamos ahí pringando meses y meses. Al cofrade común todo esto le suena a chino. Pasa. No quiere polémicas ni historias raras, que además de no interesarle ni siquiera las entiende. Él lo único que quiere es coger su túnica, hacer su procesión, pum pum pum y pa casa. Ahí está el tío. Y luego vamos llorando de que si falta participación en los cultos, más presencia en las asambleas, más colaboración en el día a día de la hermandad… pero es que, viendo lo que se cuece internamente, yo a veces ya me cuestiono si no deberíamos tomar ejemplo de ese cofrade de a pie, y dejar definitivamente de aburrirnos a nosotros mismos.
El caso es que nuestra fiesta, enemiga de la sátira y tradicionalmente muy sensible a lo mordaz, tendrá que lidiar en 2009 con una densa sucesión de estrenos y efemérides. Estas novedades, además de disparar desde muy temprano el mercurio del termómetro capillita, van a permitir a las autoridades renovar un poquito su repertorio de saludas, prólogos y discursos varios, que ya estaban empezando a coger moho.
Alcaldes y alcaldesas, concejales y personalidades diversas, afortunados gobernantes de una población afónica y apocada en la mansedumbre, nos llena de orgullo y satisfacción poder contar con su apoyo, aunque sea cada doce meses y gracias. Los cofrades, de manera entrañable, solemos acordamos de ustedes por estas fechas, cuando el pico, la pala y la hormigonera acuden puntuales a su cita con la Ciudad Antigua. Seguimos rezándole a nuestros santos para que alguna vez pongan ustedes los medios, y no las zancadillas, para alcanzar todos los logros que pregonan. Seguimos rezándole a nuestros santos para que alguna vez traduzcan en hechos todas esas palabras que repiten con tanto entusiasmo (bla bla bla turístico… bla bla bla cultural… bla bla bla 2016…) porque, de lo contrario, lo que nos vamos a comer será un gran mojón de interés internacional, para admiración de todo el continente y también por supuesto del vecindario. Preste atención, mi querido visitante, si tiene usted idea de venir a Cáceres en Semana Santa, pues a continuación le vamos a explicar las maravillas y el interés turístico que podrá disfrutar en nuestra ciudad:
El tercer conjunto monumental de Europa, no pierda detalle, inmaculadamente levantado en obras con la llegada de cada primavera. Una hostelería bandolera, para degustar los productos de nuestra tierra a precios patrimonio de la humanidad. Balcones, plazas y callejas engalanadas con óxido dieciochesco, tres manos de pintura vieja y un sutil alfombrado de cáscaras y frutos secos. Las novedades de la moda en la pasarela cofrade para esta temporada: minitúnicas de antiquísima generación con caída hacia el suelo, vaquero asomadizo y bajomanga de Ralph Lauren; chicle de menta contra la sed y gafas de sol a juego completan el conjunto. Admire la rectilínea majestad de esta concurrida legión de capirotes, clónicos, erguidos, dejando patente ese gusto por los detalles que siempre nos ha caracterizado. Centuriones romanos con reloj de pulsera acorazado, o Casio digital sumergible. Silencio sepulcral en las procesiones (y en la ventanilla de las subvenciones). Hermanos de carga que hacen valer su jerarquía frente al jefe de paso, confundiendo mando y obediencia. Allí, soterrados bajo los varales, rechinan las blasfemias y los tacos procaces, tantos que si algunos párrocos los oyeran, encontrarían al fin motivos de sobra para seguir puteándonos como nos putean. Hombres hechos y derechos de trece años paseando con alegría a nuestros ídolos sobre sus vértebras de cristal. Espectacular iluminación artística con 125V de corriente alterna. El respetuosísimo público que manda callar con discreción a las bandas de música. Una no-votada clase política cebollera, que lo mismo un año reniega de la Semana Santa que al siguiente está en la comisión para tramitar el Interés Turístico Internacional. Figúrese usted, y no va con segundas lo de figurar, lo que aportarán en esa comisión los mismos nombres y apellidos que “por principios” se niegan a presidir un desfile en calidad de alcaldía. Por principios. Tenga esto bien presente, amigo visitante, cuando de boca de esos mismos escuche por ahí los cacareos de la capitalidad cultural y del interés turístico. Ni con zancos les llega para estar a la altura del evento. ¿Qué más tenemos? Una Semana Santa impermeable (nunca se moja), guerrillas subterráneas entre clanes y hermandades, celos y rencores por los siglos de los siglos, cofradías que por encima de la palabra de Dios proclaman la palabra de los juzgados… amigo turista, acérquese a nuestro templo sin vendas ni pudor, no se olvide ni un momento de prestar gran atención, y dígame cuando se marche, con la mano en el corazón, si no ha visto usted aquí lo mismo que he visto yo. Todo esto y mucho más lo vivirá en primera persona, distinguido huésped, si acude usted en vacaciones a esta noble tierra de los llanos. Bueno, o a lo mejor son cosas mías… que soy muy malpensado.
Con todo, la ocasión igualmente lo merece, así que no se quede en casa, no permita que se lo cuenten porque jamás sentirá el latido del bombo, no lo vea por la tele que es mentirosa y esconde lo que no le conviene, olvídese de Internet que los perfumes no caben por el cable, no lo lea en los periódicos porque… buf, los periódicos, mejor me callo. No busque intermediarios, abandone los tapujos y visite el museo donde la muerte es una obra de arte. Bienvenidos sean todos a Cáceres, herencia de los hombres. ¡Bienvenidos al templo de abril!
Bienvenidos a un imperio más allá de la Tierra, un imperio tejido con hilo pobre pero digno, que rebosa de solera, de cultura y de identidad propias. Bienvenida la calidez de sus gentes, orgullosa de ser de donde es, y bienvenida la gloria de haber crecido sin más ayuda que su fe y sus sudores. Un gran imperio con su túnica por bandera, con su himno de saeta, su laurel de madreselva, un escudo en cada torre, una historia incompleta, con sus guerras entre hermanos, las horquillas por espadas, sin más regente que su pueblo, parlamento de cofrades y de leyes heredadas.
Bienvenida sea la caída de la tarde, y adiós a la tarde caída, a la noche pronta, al amanecer antes de hora. Cada una en el lugar que le corresponde, justo, preciso, ni antes ni después. Así lo dicta abril. Bienvenidas las salidas con el cielo pálido, los tintes y colores como mandan los cánones. Bienvenidos muros modestos, anchos redobles, vastos silencios, quejumbres siniestras y estandartes en su majestuosa guardia. Bienvenida cigüeña temprana en tu nido de alta rama, pertinaz centinela estatuario, corona sigilosa para esta maraña de aljibes, callejuelas y campanarios.
Bienvenido tú, que para ser cofrade te sobran el traje, el orgullo y los delirios de grandeza. Bienvenido tú, espectador inadvertido, forastero que palideces ante la verticalidad colosal de las torres moras. Tus diez mil ojos acarician mi piel. Bienvenido tú, abuelo que te desangras con cada recuerdo que recompones. Bienvenido cargador, sólo tú sientes el vértigo de encarar esa cuesta cuando pasas junto al postigo de Santa Ana. Sólo tú sufres la penumbra de ahí debajo, donde el aire se vuelve irrespirable. Sólo tú conoces lo que duele esa Plazuela del Socorro. Sólo tú sabes lo que es dejarse la salud en cada bache, en cada alcantarilla, en cada calle desnivelada. Bienvenido amigo, amiga, internetero fanático, compañero ocasional, colega de fatigas, noctívago, mentor o ayudante fiel. Sin vosotros nada de esto tendría sentido.
Bienvenidos hermanos de la Sentencia y del Dulce Nombre, aquí culmina vuestro sueño. Este cofrade os envidia. Probablemente algún retorcido se atreverá a contemplaros de brazos cruzados y mirando al suelo. Sentid lástima por él y confiad en que, por turbias que bajen las aguas, jamás se pierda el respeto. Arrimad el hombro para que Cáceres no cambie de nuevo la miel por el veneno. Y procurad que las portadas y las noticias sean para el que va arriba, y no para el que va debajo, que de sinsentidos en esta selva ya estamos curados de espanto.
Bienvenido el clavel, la espina, el cardo y el abrojo, hiedras y tríbulos por igual. Bienvenidas las púas, trancos y astillas, los sonidos y aromas que solo nosotros sabemos apreciar. Bienvenido el Cáceres del viejo tiempo, Cáceres de los fueros, de los Ulloa y de Espaderos, de Becerra y Casa Quemada, de Moctezuma y Carvajal. Cáceres de Ovando y de Pereros, Cáceres de Rivera, de Godoy y de los Condes de Adaneros. Cáceres que enciende un relumbro como salutación de sus muertos. Cáceres de los linajes que viven en las paredes. Cáceres de los púlpitos, de las troneras, los matacanes y las almenas. Del pretil de las murallas. De la crestería de los Golfines. De las gárgolas en las Veletas. Bienvenidos patios y palacios, antorchas, lunas y escalones, palmeras, pedruscos y torreones. Un cristo que se desliza entre las casas de los comendadores. El incienso en ese lujo que se llama Plaza de San Jorge. Tracatrán, clán, vaivén de lao a lao, no subirse al bordillo, ¡yo aquí voy colgao! Bienvenidos la horquilla y el varal, ya sabéis que en esta casa podéis entrar sin llamar. Seguiréis siendo por siempre los brazos de nuestra cruz de guía. Bienvenida la ilusión que me traes, el quebranto y la tensión de incertidumbre. ¿Bienvenidos los palios? Me basta con el azul de tus días.
Bienvenida feroz máquina del tiempo, bienvenido rocoso túnel que nos conduce del árabe al romano, del almohade al visigótico, de la judería al plateresco, del veintiuno a cualquier otro siglo de nuestra era. Bienvenido escenario milenario que muchos ya para sí quisieran, pocos como tú presumen de haber visto más navidades que cualquier imagen que los recorriera. Bienvenidos Pintores, Hornos, Santo Domingo, Corredera de San Juan, Arco de la Estrella, Cuesta del Marqués, Plaza de la Soledad, Caleros, Adarves, Puerta de Mérida… ni carrera oficial ni ná.
Bienvenida Afrodita de occidente, jardín del arte, altar único de los que aman sus raíces. Bienvenida feria de los sentidos, carnavales de la fe, esencia del medievo, música de todo el mundo, capital de la Pasión, del vino y de las rosas. La que no distingue edades, géneros ni condición. A ver quién te discute aquí tu trono. Agradezco en el alma, te lo juro, el dolor de quien te pariera, si acaso fuera de este mundo. Te doy las gracias por este profundo enjambre de sensaciones que lo mismo me elevan que me hastían, desde aquel lejano día en que me cogiste de la mano y yo te dije que sí. Gracias por dibujarme tus memorias en esta cinta de Moebius de doce meses de diámetro; hay que joderse, lo bonito que lo pintas… ¡nunca he sabido si nos haces o te hacemos! Gracias por permitirme dar un sentido honesto a un concepto tan traicionero y manipulado como el de religión. Gracias un año más por haber venido a visitarme antes que San Pedro. Y gracias en nombre de todos los que reducen su universo a un palo, una vela y cuatro maderos.
Aquí estás otra vez, eterna, exacta, infinita. Y sigues viva; la prueba está en tu gente, que no se arruga, que sigue viendo, callando y trabajando. Todos ellos se merecen con justicia la más cordial de las bienvenidas, pues están a punto de concluir un viaje que siempre, siempre, se hace largo, y cuya distancia no la miden las hojas del almanaque sino la hondura de los recuerdos. Bienvenidos compañeros a la primavera, bienvenidos a abril, bienvenidos a la Semana Santa de Cáceres. Palabras Mayores.