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Una cosita rápida, que no tengo mucho tiempo. Va a ser un conjunto de ideas desordenadas, pero suficiente para que la próxima Semana Santa no me volváis a decir que tengo abandonado el blog.

Hay cosas muy de Cáceres de las que conviene hablar no solo en privado, sino también en público. Y por un momento hay que dejar lo accesorio a un lado. A fin de cuentas tenemos 365 días al año para darle al pueblo el entretenimiento de lo liviano y de lo pasajero.

Por ejemplo, aquello de que la madrugada no la ve mucha gente. Aunque a mí me gusta decir que la madrugada en Cáceres no la vive mucha gente.

La madrugada es la procesión más importante de Cáceres, por dos motivos solamente: por lo que significa, y porque sale el Nazareno.

La más importante, he dicho.

Si solo saliese el Nazareno sin los otros siete pasos, seguiría siendo la procesión más importante de la ciudad. Si solo salieran los otros siete pasos sin el Nazareno, seguiría siendo la procesión más importante de la ciudad. Esto hay gente que no lo entiende, pero no debemos olvidarnos de la importancia de recrear los procesos civiles y judiciales que sufrió Jesús en la transición del Jueves al Viernes Santo. La madrugada es importante por lo que es y lo que representa, aquí y en Lugo, salga una cofradía o salga otra, haya una procesión o haya quince. Debería ser lo más importante para cualquier cofrade.

La cuestión del poco público en la madrugada de Cáceres es un problema hasta donde nosotros queramos que sea un problema. Hay a quien le importa poco, hay quien lo convierte casi en una cuestión de Estado.

Ni una cosa ni la otra. Pero está claro que a todos nos gustaría ver mejorar este asunto.

Yo, y discúlpenme el pesimismo, creo que nunca lo veremos resuelto.

Se podría pensar en resolver si se tomase conciencia de que la madrugada es una cuestión central y un aspecto esencial de la Semana Santa de Cáceres. No de la cofradía del Nazareno.

Pero todos sabemos que eso no ocurrirá nunca.

Jamás, nunca, de ninguna manera, va a aumentar el público de la madrugada gracias a la toma de decisiones unilaterales. Hace medio siglo, o incluso menos, la gente acudía a la madrugada como un acto de fe y como un acto tradicional. Hoy queda poco de todo aquello.

Cada cofradía y cada mayordomo mira primero por sus intereses, sus horarios, sus hermanos, sus presupuestos, y  luego -si acaso- mira por las demás. Actitud que, por cierto, no casa mucho con los preceptos cristianos de ayudar al prójimo y todo eso, pero tampoco vamos a pedir peras al olmo a estas alturas. Primero la mía y luego las demás. Así es como se gestiona la Semana Santa de Cáceres. Observarán que estas actitudes no han provocado ningún problema grave (quiero decir, realmente grave) en estas últimas décadas, pero también estaremos de acuerdo en que las posibilidades de que pase algo irremediable crecen conforme pasa el tiempo. Porque el gallinero se va revolviendo como a ráfagas. Bueno.

Supongo que es lógico.

Cuando se crea o sea re-organiza la UCP, en 1986, los mayordomos y responsables de las cofradías eran pocos y bien avenidos.

Ahora son el doble y… bueno, dejémoslo en que son el doble.

Hay 5 miembros de la permanente en la UCP, que velan por la Semana Santa como evento global y lo hacen muy bien, y 14 o 15 mayordomos que más bien me los imagino en los plenos velando por arrimar el ascua a su sardina sin que se note mucho. 5 contra 15, no parece una proporción muy justa. Aunque más que una cuestión de números debería ser una cuestión de preposiciones, y la cosa se aliviaría si fuésemos capaces de cambiar el «contra» de la locución anterior por algún otro recurso como «con» o «junto a«. Si lo leemos despacio da otra impresión, ¿verdad?

Volviendo al planteamiento inicial, suena a chiste pensar en pedirle a un mayordomo o a una directiva de cualquier hermandad que se involucre o que piense en soluciones para arreglar el problema de la madrugada.

¿Se imaginan? Jejeje.

No digamos ya que piensen en cambios de horarios o de estructura de «su» procesión.

El problema de la madrugada en Cáceres nunca se resolverá, porque se piensa que es cosa solo de la cofradía del Nazareno, y se las deben ingeniar ellos con sus problemas.

Entre los mayordomos no hay un sentimiento real de unión ni de hermandad ni de abordar los problemas comunes. Hay hermandad entre los 15 o 20 miembros de mi grupo o de mi cofradía, pero no la hay con las otras. Normal, ¿no? Son las otras. Llevan otro nombre, otra túnica, otra filosofía. Parece mentira pensar que todas representan la misma cosa y al mismo nivel, ¿no? Qué extraño, y qué utópico al mismo tiempo.

Luego eso sí, cada una por su cuenta te riñe amablemente porque no acudes a los cultos o a los actos (de su cofradía, entiéndase). ¡Somos hermanos! ¡Hay que acudir a los cultos! ¡A las reuniones! ¡No podéis estar en tantas cofradías! Ya.

Después los escuchar hablar de mi Cristo, mi hermandad, mi paso, mi, mi, mi. Tu Cristo, y tu Virgen, so tarugo, es el mismo que el de allí enfrente. El mismo. Representa la misma cosa. Aunque se lleven quinientos años. El egoísmo, el yo, el mi, mi, mi, tampoco es muy cristiano que digamos. Que luego decimos que los fanáticos son los de otras religiones, pero… mi Cristo, mi Virgen, que nadie se meta con ellos.

Ello entronca con algunos de las leyendas urbanas más sorprendentes que hoy día seguimos alimentando y lo peor es que muchos se las creen a fuerza de repetirlas. La Semana Santa de Cáceres goza de excelentísima salud. Nunca ha habido tantos jóvenes ni tantos niños en las procesiones ni dispuestos a cargar pasos. Si hubiese registros y sumásemos cifras, tendríamos la demostración. Pero como no hay demostración fehaciente, se puede seguir repitiendo que la Semana Santa va para atrás.

Otra muy habitual es aquella de «todos somos los mismos en todas las cofradías».

No, no y no.

Hay hermanos que pertenecemos a muchas, yo por ejemplo. Eso es correcto. Y un grupo más o menos numeroso que coincidimos en muchas. También. Pero jamás ha habido tanta concentración de hermanos en las mismas procesiones como hace 30 o 35 años. Entonces sí eran los mismos, de manera literal, en todos los varales.

Si el año que viene faltásemos todos los que repetimos en varias procesiones… los pasos seguirían saliendo a la calle. Que sí.

Una vez más, no hay forma de demostrarlo. Es una opinión gratuita que no se puede rebatir ni demostrar. Pero alguien tendrá que alzar la voz de vez en cuando ante tanta mentira repetida sin conciencia.

Y la última, que quizá es mi favorita. Que es que ahora casi todos los pasos van sin relevo. Que antes todos los pasos llevaban relevo. Es increíble lo melones que somos y la poca memoria (o estrechez de parietales) que tenemos. Claro que antes iban los pasos con relevo.

Los pasos han dejado de tener relevos no porque haya menos gente. De hecho, hay más gente cargando que nunca.

Repito: HOY, 2018, HAY MÁS GENTE DEBAJO DE LOS PASOS DE LA QUE HA HABIDO NUNCA EN LA HISTORIA DE ESTA CIUDAD.

Los pasos han dejado de tener relevos primero porque ahora, además de más gente, hay más pasos que antes. Y segundo y principal porque antes cargaban 24, 28, 30 hermanos en casi todos. Hoy se meten 36, 40, 50 o más personas debajo, y aún sobra sitio en algunos. Antes se cargaba con almohadillas individuales, hoy hay varales corridos para todo el mundo. Se han remodelado pasos y se han construido más grandes y con más sitio. Que hace 30 años no se veía ningún paso con 50 o 60 personas debajo como ahora.

Sé que esto no va a llegar a ningún sitio, pero yo me quedo agusto diciéndolo. El año que viene seguiremos escuchando la misma cantinela, ya verán.

Vuelvo al tema organizativo, que me despisto.

 

Este año hemos tenido la bonita novedad de la Pasión Viviente, que con muchos aciertos y pocos fallos ha sorprendido a todos por la afluencia de público y por cierto desbordamiento de las previsiones iniciales.

3 o 4 días después comenzábamos, con más o menos los mismos actores, la representación de la otra Pasión, que dura 8 días pero no deja de ser una conmemoración de lo mismo. No pude evitar pararme a pensar si la Pasión Viviente se hubiera organizado de la misma manera que lo hacemos en la Semana Santa.

Imaginen que el año que viene coge el grupo de legionarios romanos y dice «nosotros a partir de las 22:00 ya no trabajamos, que al día siguiente tenemos que madrugar«. O el tipo que hace de Pilatos «mi escena tiene que empezar a las 20:00 que es cuando más espectadores van a venir a verme«. O los figurantes que iban detrás, que en 2019 decidan formar un Consejo de Figurantes para defender sus intereses, porque nadie debe imponerles a qué escenas acudir o qué ropa ponerse o incluso si deben cobrar o seguir haciéndolo voluntariamente. A fin de cuentas ellos también participan con su tiempo en los ensayos, no?

¿Se imaginan? ¿Cómo ha sido posible organizar La Pasión Viviente y que haya salido bien? Pues porque todos los que participaban lo hacían con un único fin común e integrados en una misma causa.

¿No ven ustedes paralelismos?

En la Semana Santa y en cuestión de cofradías a veces parece que hubiera no una, sino 15 o 16 causas distintas. Ahí es cuando empieza a patinar el asunto.

Claro, la Pasión Viviente se ha diseñado desde cero con un objetivo claro.

La Semana Santa se supone que tiene un objetivo claro, pero evoluciona año a año de manera dispersa y ramificada, sin un organismo que la dirija. Hay organismos coordinadores, pero no un ejecutivo central. La Semana Santa debe incorporar nuevos actores a su nómina cada año. Cuantos más, mejor. No son los actores quienes deban incorporarse a ella unilateralmente. Entiéndase la diferencia.

Se deja como ejercicio hacer una retrospectiva y pensar en qué momento de los últimos 30 años se han dado este tipo de situaciones, y qué resultados han provocado en el largo plazo. Porque esa es otra, tenemos una visión muy cortoplacista de este evento, y nos cuesta mucho entender que todos estamos aquí de paso. Que 15 o 20 años en el contexto de la Semana Santa en realidad no es nada de tiempo. Y que el foco hay que ponerlo en la continuidad, no en el cortoplacismo.

Hay múltiples lagunas (unas importantes, otras no) que no se resuelven en nuestra Semana Santa porque, en la práctica, no hay ningún organismo capaz de imponer nada a las cofradías. Esto hace 30 años podía funcionar. Hoy, no tanto. La Semana Santa ha cambiado mucho desde los primeros años 80, pero los mecanismos que la gestionan no han evolucionado al mismo son. Y no pasa nada: en cualquier momento pueden evolucionar y actualizarse, si queremos. Pero tenemos que querer.

Me estoy imaginando ahora mismo a muchos de vosotros, algunos conocidos, otros incluso amigos, leyendo estas líneas y tratando de rebuscar y escarbar ejemplos recientes de lo que acabo de decir para acomodarlos a vuestra línea de opinión. Lo siento pero no, no van por ahí los tiros. Yo creo que en esto estamos patinando un poco todos por igual.

Es como el asunto este de la carrera oficial. De unos años a esta parte a alguien se le ha ocurrido que la solución a no se sabe muy bien qué problemas sería una «carrera oficial». El asunto de la «carrera oficial» nace viciado por un sesgo de percepción, es decir: hablamos de la carrera oficial porque es un elemento existente en otros lugares. Si no tuviéramos conocimiento previo de su existencia, a nadie en su sano juicio se le ocurriría proponer un concepto o invento como el de «carrera oficial» para resolver nada en Cáceres.

Es un absurdo hablar de ello, por un solo motivo, que ya he sacado antes a la luz: en la actualidad no hay nada ni nadie que pueda imponer nada a las cofradías. Sí en la teoría, no en la práctica. Solo por eso, es absurdo perder el tiempo en hablar de carrera oficial como solución para nada. Por cierto, que hace algunas décadas ya había en Cáceres una suerte de tribuna oficial. No es un invento nuevo ni nada que no se haya hecho antes. Recuerdo esto como paliativo para los del discurso del ¡ya basta de importar cosas «de fuera»! Que también sois muchos y muy ruidosos.

Una anécdota, por cierto, ahora que me estoy acordando.

Este año pude conversar con un hermano cofrade, ya veterano en estas lides, que sostenía vehementemente que la solución a todos los males de la madrugada era que la procesión del Nazareno saliese a la 1:00 del Viernes Santo.

No voy a analizar aquí la propuesta, no es el caso.

La cuestión es que otro compañero le argumentaba: -«pero saliendo a esa hora no les da tiempo a acudir a los de la cofradía de X». A lo que el primero respondía con gesto de enfado – «bueno bueno, los de la cofradía X que se apañen ellos«.

Esto es una conversación real en la que participé el Domingo de Ramos por la tarde. No  he cambiado ni una coma más allá de lo que la memoria me ha permitido reflejar.

No sé si puedo resaltar lo suficiente el uso de esta forma de expresión: «…LOS DE LA COFRADÍA X«.

Como queriendo decir… los otros. Los pobrecitos. Los del otro lado. Los del segundo plato. Que se apañen ellos. No hace falta emplear palabras malsonantes ni torcer el gesto para desprender un leve tufillo a desprecio y prepotencia.

Esto refleja a la perfección el escenario cofrade que tenemos hoy en día, donde las cofradías se perciben como instituciones individuales donde prevalece, de algún modo, el individuo que tenga más edad o más dinero, frente al joven o al pequeño. Da igual que sus miembros sean en muchos casos los mismos.

Las cofradías se siguen viendo como clubes de fútbol, donde prima el sentimiento de pertenencia (verse ligado a unos colores, a un escudo, a una estructura social determinada). Yo lo llamo hooliganismo cofrade, y muchos amigos se enfadan cuando empleo esta expresión. Yo les digo que si les molesta es porque algo les toca de cerca. Si fuese una tontería sin sentido se reirían y no le echarían cuenta.

Parece mentira, tanto que nos llamamos cristianos, lo que nos cuesta entender que las cofradías son pequeñísimos gránulos que representan la misma cosa. Todas por igual. Esto se ha desvirtuado en las últimas décadas merced a un crecimiento imprevisto que nadie ha sabido prever (era difícil) ni gestionar.

A la Semana Santa cacereña se han ligado conceptos que hace 30 años ni existía ni se imaginaba que iban a existir, como el turismo, el impacto económico, el número de espectadores, las retransmisiones, las redes sociales, los premios, etcétera. Cuando uno pensaba en Semana Santa en los años 80, no se le venían a la cabeza ninguna de estas cuestiones. ¿Por qué? Por el sencillo motivo de que había cosas muuucho más importantes de las que ocuparse.

Hoy, ahora, terminando la segunda década del siglo XXI, vemos los titulares pre y post Semana Santa y nos encontramos con que las cuestiones importantes son si los saeteros cobran o se tienen que ir fuera, si una banda ha tocado tal marcha en tal sitio, si los bares quitan las terrazas a tiempo, o si una procesión debe salir media hora más temprano o más tarde.

En fin.

Tampoco tengo claro si a los nuevos cofrades que se incorporan (la generación que ahora tiene diecipico años) se les está educando en este sentido o no. Yo diría que no -ni en este ni en ningún otro-, así que lo que nos depare el futuro es completamente impredecible. Y esto, en cuestión de cofradías, creo que no es bueno. Confiaremos en el buen juicio de los que vienen y de los que están para quedarse.

Ah, y lo último: hay que exterminar los pasos infantiles.

Hasta otro año.

5 thoughts on “282

  1. Bravo, bravo y ¡BRAVO!

    Siempre acertado. Siempre analítico. Siempre aportando sin atacar. Siempre críticas positivas. Siempre MIRANDO POR LA SEMANA SANTA DE CÁCERES.

    Gracias, eres muy grande, HERMANO, COFRADE.

    Las Cofradías no son «propiedad privada»

    ¡ENOOOORMEEEE!

  2. ¿Cómo crees que se podría solucionar el tema de la Madrugada? Comparto contigo la opinión de que no es una cuestión exclusiva de la Cofradía del Nazareno, pero no acabo de ver una solución clara al tema. Sinceramente, veo difícil una Madrugada con el público volcado en la calle como si de la tarde de Jueves Santo o de Domingo de Ramos se tratase.

    1. Yo no recomiendo nada Alejandro, no me considero nadie para recomendar ni opinar de manera concreta cómo se deben hacer las cosas. Ya solo me limito a comentar y aportar puntos de vista (los míos, muy particulares) para la reflexión y el análisis, y luego ya cada cual actuará o pensará lo que considere oportuno. Hay muchas personas más preparadas y comprometidas que nosotros, que trabajan y piensan en estas cuestiones durante todo el año. Si se pudiera hacer algo, no te quepa duda de que ya se hubiera hecho. Hay que plantearse primero dónde está el foco, qué es lo que queremos cuando hacemos la Semana Santa, y dónde hay que actuar. A lo mejor no es este el asunto que más preocupa.
      Sí que te digo que el fin último de esta historia no debería ser «ver mucha gente en la calle», entiendo yo. Que haya mucha gente en la calle puede ser un buen instrumento, un buen medio para alcanzar algo. Pero no un fin en sí mismo. Por ejemplo las retransmisiones de TuSemanaSanta.com las ve muchísima gente. ¿Esos espectadores «cuentan» o no «cuentan» para la causa? ¿Son todos los espectadores iguales? Porque tú ves un grupo de chavales acudiendo en masa a una procesión y piensas «bueno mira, igual no está todo perdido», y luego pasas a su lado y les escuchas «ole mi banda». Al final eso, todo es matizable y opinable. La cuestión es que mientras hablemos, caminaremos. Y eso se pretende con las tribunas de opinión. Un abrazo.

  3. Buenos días hermano:
    Considero muy acertado lo que has escrito. Amo nuestra Semana de Pasión y me duele esa forma egoísta que tienen algunos de verla. La Semana Santa es un “deporte” de equipo, tan importante es el delantero como el portero e incluso el utillero… todos son necesarios. Así debe ser y no podemos olvidar lo que se festeja en esos ocho días. Nada más y nada menos que La Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Por todo ello tan importante es el Prendimiento, como la Adoración en el Huerto, el Santo Entierro etc…por poner algunos ejemplos. Todas las Hermandades/Cofradías son necesarias.
    Contaré una anécdota que me ocurrió el año pasado. Tuvimos que hacer un alto en Pintores pues en la Plaza ya estaba entrado la Cofradía del Amor y un joven cofrade me comentó- “Seguro que han apretado el paso para entrar primeros”. Le dije que esa no era la actitud, que esto no es cuestión de una carrera.
    Por otro lado, casi todos hemos perdido el significado real de la Semana Santa, dicha Semana está en el ámbito de lo religioso, más o menos canónico pero, religioso. Religiosidad popular, sí, pero volvemos al fondo, es algo religioso. Los demás planos, cultural, folclórico, turístico, musical, artístico…están ahí pero deben ocupar un segundo plano. Hay que recordar que nosotros no procesionámos, sino que hacemos estación de penitencia. O sea, intentar que Dios perdone nuestros pecados. Con ello quiero decir que el que haya más o menos público, en las calles es algo indiferente, o acaso ¿si no hubiera nadie a lo largo del desfile procesional, no saldría la Cofradía? Acaso ¡no sacaríamos a la Virgen o a Jesús!, a pesar de no tener una Agrupación Musical detrás. Si nos fijamos en el aspecto primordial y recordamos que esto es una cuestión de equipo no existirán, esos piques entre Cofradías y haremos más grande aún nuestra Semana.
    También me ha sorprendido, puesto que no soy un cofrade “gran reserva” (siempre he estado siguiendo como espectador la Semana Santa y el empujoncito para convertirme en hermano fue leer tu libro No sus fieis de las horquillas), no conocía las atribuciones de la UCP y resulta que son más representativas que otra cosa.
    Ah, y lo último: hay que exterminar los pasos infantiles.

    1. Bueno, las atribuciones de la UCP a mí no me parecen «representativas», las tiene, son claras e importantes. Lo que ocurre es que cuando se constituye o recupera este organismo una tarde de enero de 1986 (heredero de la antigua comisión Pro-Semana Santa) dichas atribuciones tenían mucho sentido, pero ahora, 32 años más tarde, la Semana Santa y la estructura cofrade cacereña es muy diferente de la de entonces. Y dichas «atribuciones» siguen siendo las mismas, no han cambiado. Ahí es donde creo que hay un desequilibrio. Pero es un juicio mío, muy particular.

      Un fuerte abrazo.

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