Ya podriamos volver al verduguillo, por mi parte no habria problemas
¿Pensáis que si se impusiera el verduguillo obligatorio en todas las hermandades, serían capaces de sacar todos los pasos a la calle?
Si se diera el caso, ¿es más importante la uniformidad y la seriedad, o el contar con hermanos suficientes para sacar todas las imágenes?
Por supuesto que para mi es más importante la uniformidad y la seriedad, basicamente por el hecho de que nosotros no salimos a lucirnos. Uno no se apunta a las nuevas cofradias a lucirse, lo primero, porque exceptuando la sagrada cena, todas las que se han creado tras la creación de la Union de Cofradias llevan verduguillos (o capucha como son el caso del Cristo Negro y la Dominica). Incluso una de las cofradias antiguas, la del humilladero, lleva verduguillo en una procesión de creacion posterior como es la del viacrucis.
Yo creo que el verduguillo es una buena medida para evitar las gafas de sol y los chicles, por ejemplo. Además, prefiero pecar de ignorante preguntandome cual fue la razón de que la nazarenos dejara de llevar verduguillo.
No es que se sea mejor con verduguillo, es que la semana santa debe ser anonima y de sentimiento para adentro, no una exhibicion de mira como cargo con el cristo o con la virgen. Y eso que a mi me gusta encontrarme con conocidos viendo la procesión, pero el verduguillo es una forma no de disciplina, pero si de igualdad.
Yo no sé cuál es la razón exacta de que el Nazareno dejara de uasr verduguillo, aunque siempre he escuchado «en petit comité» que el motivo principal es el que se ve en la foto: los hermanos no querían llevarlo. Esto es bajo cuerda, insisto, no se tome como un argumento de peso.
Mi opinión particular va más en la línea de lo que explica Kojie. Pero quiero poner la otra alternativa sobre la mesa porque la he debatido muchas veces y también tiene su miga. Para un grupo directivo no es una papeleta sencilla plantarse y decir «vamos a imponer una norma aunque no sepamos cuántos hermanos nos van a venir a la procesión el año que viene». Las cofradías evidentemente no están para que se luzcan los hermanos, pero sí para que se luzcan las imágenes… ¿qué pesa más?
Otro detalle para la reflexión: de todas las asambleas que yo he visto en las que se haya planteado este tema (que han sido varias), en ninguna ha habido una postura clara ni mayoritaria de todos los hermanos a favor de imponer el verduguillo.
Lógicamente las cofradías nuevas imponen desde el principio una uniformidad y todo el mundo ya sabe a qué atenerse. Las que decidieron cambiar lo hicieron -con acierto- muy pronto (El Amparo impuso el verduguillo el segundo año, y el Cristo del Amor no recuerdo cuánto tardó, pero fue a los pocos años también).
Estoy a favor del verdugillo en las cofradías de nueva creación, pero no en las antíguas, en las que hay hermanos que ingresaron con unas condiciones y en una hermandad con una determinada personalidad. Yo también he oído siempre que el verduguillo no cuajó en el Nazareno por la resistencia de los hermanos de carga.
De todas formas, lo importante es la formación de los hermanos y el buen ejemplo que se den unos a otros en el desarrollo de la procesión. A cara descubierta he visto hermanos con un irreprochable comportamiento; y con verdugillo he visto hermanos que, amparados en el anonimato, se tiran toda la procesión en animada y vociferante tertulia.
En cuanto al lucimiento personal… «el que esté libre de pecado que tire la primera piedra». En el fondo, en el fondo, todos buscamos un pequeño o gran lucimiento, aunque sea con la cara tapada.
Saludos cordiales y felicidades al administrador por favorecer estos debates.
Impagable documento, gracias por subirlo.
Supongo que, por lo que se ve en esa foto, alguien no estaba haciendo su trabajo al no imponer la uniformidad correcta y permitir que cada uno fuera a su aire. Si no estaban dispuestos a hacer cumplir la norma ¿para qué la ponen? Supongo que por eso no se hace hoy en día.
El documento es bueno, pero el debate no es menos bueno.
Por mi parte, sí, y siempre sí al verduguillo. Me parece imprescindible. Ya lo dije en la entrevista que se me hizo por el administrador del blog.
Sobre lo que dice Juanjo de que los hermanos se inscriben con unas condiciones en la Hermandad y no se deben cambiar (algo así como las condiciones de un contrato), caso de las hermandades antiguas, lo veo relativo, porque todos recordamos los inicios de la Cofradía del Cristo del Amor (año 1990), que salían a cara descubierta, con el turbante hebreo pero a fin de cuentas, a cara descubierta, y si la memoria no me falla, creo que fue en el año 1994 cuando ya se implantó el verduguillo en la Cofradía. Con esto, quiero llegar a que las instituciones las hacemos las personas, y somos las personas las que les infundimos en cada momento de vida de la institución, la forma de hacer las cosas, muchas veces con errores, pero en algunas ocasiones con aciertos.
Casos como el de la fotografía, son una clara evidencia de que las Juntas Directivas o de Gobierno, deberían, por lo menos, pensarlo seriamente el tema del verduguillo: la sociedad cacereña en general, y la cofrade en particular, ha cambiado mucho y los valores hoy día son otros a los de aquellos años aunque persiste aquello del lucimiento, y modestamente pienso que no se trata con la debida seriedad porque bajo mi punto de vista, todo esto pasa por la cuestión que el adminstrador del blog ha puesto encima del tapete de juego, y que no es más que el temor que hay en todas las Cofradías en general a la falta de hermanos para sacar los pasos, siendo en algunos casos, real y hasta preocupante.
Saludos cordiales
Me uno al debate para comentar una serie de cuestiones históricas en torno al verduguillo. A lo largo de los siglos el anonimato ha pasado de ser un acto perseguido y delictivo en el siglo XVIII a una forma habitual de entender desde un punto de vista personalista la Semana Santa actual.
A comienzos del siglo XX hay tensiones entre las hermandades -cuyas salidas en procesión estaban rodeadas de un ambiente festivo y costumbrista- y las instituciones eclesiásticas, que tratan de dirigir la Semana Santa hacia una espiritualidad más silenciosa y ordenada. Con la victoria de Franco en la Guerra Civil y la violencia iconoclasta precedente, las pastorales de los Obispos tienen mayor aceptación en las Hermandades y se impone el verduguillo, un ritmo castrense y ordenado en las procesiones, la prohibición de aplaudir o entrar en los bares con la túnica puesta. Otro tema es medir hasta qué punto estas disposiciones eclesiásticas se acataron, como vemos en la fotografía.
Todas las hermandades fundadas después del Concilio Vaticano II tienen en la uniformidad el verduguillo -o similar- en su uniformidad porque responden al nuevo espíritu religioso del concilio, basado en una fe más introspectiva, anonima, y en una forma de perpetuar las tradiciones religiosas alejada de personalismos y protagonismos sociales.
El cofrade que participa desde entonces en la Semana Santa se siente protagonista, pero sin exhibicionismo. Su protagonismo sólo lo conoce él, y es suficiente.
Sobre el debate de verduguillo sí o no se han dicho cuestiones muy interesantes, pero creo que hay que mirar a nuestro alrededor. En todas las semanas santas importantes de España, del norte y del sur, no se reconoce un rostro, porque se entiende que la penitencia es anónima y que no se puede convertir en la fiesta de la vanidad.
Entiendo que el cambio puede ser difícil pero, francamente, si hay hermandades que imponen el anonimato y se quedan sin hermanos de carga… significa que el único cometido de esa Hermandad era el de pasarela de personajes.
César Rina Simón
Muy buena la reseña histórica César, me vas a permitir que me guarde esos párrafos para futuros trabajos, me parece una información súper interesante.
Sin embargo, me vas a permitir que te lleve la contraria en un detalle: hay muchas Semanas Santas en España importantes (aparte de la de Cáceres, que como sabemos es la más importante de todas) en donde bastantes cofradías llevan a sus hermanos de carga con la cara descubierta, igual que ocurre en nuestra ciudad. Léase por ejemplo Murcia o Málaga, por citar algunos ejemplos conocidos, aunque hay muchos más.
Evaluar el verduguillo únicamente desde el punto de vista del lucimiento o del anonimato, en mi opinión, es simplificar mucho el asunto. Hay muchos hermanos -yo diría que la mayoría- que participan en cofradías a cara descubierta y este tema no les preocupa lo más mínimo. De hecho la inmensa mayoría creo que participamos tanto en hermandades con verduguillo como sin verduguillo. Lo mismo que hay hermanos, aquí y en cualquier ciudad, que por mucho que no se les vea debajo del paso luego bien que se encargan de ir presumiendo durante todo el año de que soy tal o salgo con fulanito. O el costalero que cuando va de relevo se tira media hora delante del paso. Todos sabemos que ocurren esas cosas. Bajo mi punto de vista, son excepciones y no merecen que les demos excesiva consideración.
Yo siempre he defendido que hay que mirarse menos el ombligo y mirar más para afuera, hay muchísimas cosas que aprender de cómo se hace la Semana Santa en otras ciudades, sobre todo en cuanto a gestión y al cuidado por los detalles. Pero hay muchas otras en las que no hace falta fijarse en nadie, porque no responden a un dilema de si están «bien» o «mal» hechas. Son cuestiones propias, de estética y de tradición. Es decir, puede que nos gusten más o menos, pero no cabe cuestionarlas como correctas o incorrectas. Por culpa de esto yo tengo desde hace años una lucha particular con mis hermandades y el vicio de usar luz artificial apuntando a los rostros de las imágenes, algo que me parece horrible pero que está muy arraigado y no hay forma de cambiarlo -me temo que yo no lo veré….
Yo desde luego preferiría que todo el mundo fuese cubierto. Pero también tengo muy claro que prefiero mucho antes ver una cofradía con ocho pasos en la calle, aunque vayan sus hermanos descubiertos (que tampoco me parece que supongan un problema muy grave) que verla con seis o siete y con todos sus hermanos cubiertos. Arriesgarse a no sacar a la calle un paso o una imagen que lleva décadas o siglos paseando por Cáceres sí que me parecería un problema bastante grave, un atentado contra la historia de nuestra ciudad y un retroceso enorme en la labor de las cofradías.
Y para no meterme en charcos no voy a entrar a comentar algo que ya ha apuntado Juanjo antes: hay hermandades donde vamos todos con verduguillo y la estación de penitencia es un repertorio de chistes, de tertulia, y de hablar en voz alta. O sea que no es un problema de la vestimenta, sino principalmente de actitud y de que las directivas –y los jefes de paso– le den a estas cuestiones la importancia que se merecen.
Muy bunas tardes, estoy de acuerdo con casi todos los comentarios, pero podemos pedir a los hermanos de carga que se cubran el rostro, cuando la gran mayoría de los directivos de nuestras cofradías lo llevan descubierto.
Buen documento. Enhorabuena!
Ya podriamos volver al verduguillo, por mi parte no habria problemas
¿Pensáis que si se impusiera el verduguillo obligatorio en todas las hermandades, serían capaces de sacar todos los pasos a la calle?
Si se diera el caso, ¿es más importante la uniformidad y la seriedad, o el contar con hermanos suficientes para sacar todas las imágenes?
Por supuesto que para mi es más importante la uniformidad y la seriedad, basicamente por el hecho de que nosotros no salimos a lucirnos. Uno no se apunta a las nuevas cofradias a lucirse, lo primero, porque exceptuando la sagrada cena, todas las que se han creado tras la creación de la Union de Cofradias llevan verduguillos (o capucha como son el caso del Cristo Negro y la Dominica). Incluso una de las cofradias antiguas, la del humilladero, lleva verduguillo en una procesión de creacion posterior como es la del viacrucis.
Yo creo que el verduguillo es una buena medida para evitar las gafas de sol y los chicles, por ejemplo. Además, prefiero pecar de ignorante preguntandome cual fue la razón de que la nazarenos dejara de llevar verduguillo.
No es que se sea mejor con verduguillo, es que la semana santa debe ser anonima y de sentimiento para adentro, no una exhibicion de mira como cargo con el cristo o con la virgen. Y eso que a mi me gusta encontrarme con conocidos viendo la procesión, pero el verduguillo es una forma no de disciplina, pero si de igualdad.
Yo no sé cuál es la razón exacta de que el Nazareno dejara de uasr verduguillo, aunque siempre he escuchado «en petit comité» que el motivo principal es el que se ve en la foto: los hermanos no querían llevarlo. Esto es bajo cuerda, insisto, no se tome como un argumento de peso.
Mi opinión particular va más en la línea de lo que explica Kojie. Pero quiero poner la otra alternativa sobre la mesa porque la he debatido muchas veces y también tiene su miga. Para un grupo directivo no es una papeleta sencilla plantarse y decir «vamos a imponer una norma aunque no sepamos cuántos hermanos nos van a venir a la procesión el año que viene». Las cofradías evidentemente no están para que se luzcan los hermanos, pero sí para que se luzcan las imágenes… ¿qué pesa más?
Otro detalle para la reflexión: de todas las asambleas que yo he visto en las que se haya planteado este tema (que han sido varias), en ninguna ha habido una postura clara ni mayoritaria de todos los hermanos a favor de imponer el verduguillo.
Lógicamente las cofradías nuevas imponen desde el principio una uniformidad y todo el mundo ya sabe a qué atenerse. Las que decidieron cambiar lo hicieron -con acierto- muy pronto (El Amparo impuso el verduguillo el segundo año, y el Cristo del Amor no recuerdo cuánto tardó, pero fue a los pocos años también).
Estoy a favor del verdugillo en las cofradías de nueva creación, pero no en las antíguas, en las que hay hermanos que ingresaron con unas condiciones y en una hermandad con una determinada personalidad. Yo también he oído siempre que el verduguillo no cuajó en el Nazareno por la resistencia de los hermanos de carga.
De todas formas, lo importante es la formación de los hermanos y el buen ejemplo que se den unos a otros en el desarrollo de la procesión. A cara descubierta he visto hermanos con un irreprochable comportamiento; y con verdugillo he visto hermanos que, amparados en el anonimato, se tiran toda la procesión en animada y vociferante tertulia.
En cuanto al lucimiento personal… «el que esté libre de pecado que tire la primera piedra». En el fondo, en el fondo, todos buscamos un pequeño o gran lucimiento, aunque sea con la cara tapada.
Saludos cordiales y felicidades al administrador por favorecer estos debates.
Impagable documento, gracias por subirlo.
Supongo que, por lo que se ve en esa foto, alguien no estaba haciendo su trabajo al no imponer la uniformidad correcta y permitir que cada uno fuera a su aire. Si no estaban dispuestos a hacer cumplir la norma ¿para qué la ponen? Supongo que por eso no se hace hoy en día.
El documento es bueno, pero el debate no es menos bueno.
Por mi parte, sí, y siempre sí al verduguillo. Me parece imprescindible. Ya lo dije en la entrevista que se me hizo por el administrador del blog.
Sobre lo que dice Juanjo de que los hermanos se inscriben con unas condiciones en la Hermandad y no se deben cambiar (algo así como las condiciones de un contrato), caso de las hermandades antiguas, lo veo relativo, porque todos recordamos los inicios de la Cofradía del Cristo del Amor (año 1990), que salían a cara descubierta, con el turbante hebreo pero a fin de cuentas, a cara descubierta, y si la memoria no me falla, creo que fue en el año 1994 cuando ya se implantó el verduguillo en la Cofradía. Con esto, quiero llegar a que las instituciones las hacemos las personas, y somos las personas las que les infundimos en cada momento de vida de la institución, la forma de hacer las cosas, muchas veces con errores, pero en algunas ocasiones con aciertos.
Casos como el de la fotografía, son una clara evidencia de que las Juntas Directivas o de Gobierno, deberían, por lo menos, pensarlo seriamente el tema del verduguillo: la sociedad cacereña en general, y la cofrade en particular, ha cambiado mucho y los valores hoy día son otros a los de aquellos años aunque persiste aquello del lucimiento, y modestamente pienso que no se trata con la debida seriedad porque bajo mi punto de vista, todo esto pasa por la cuestión que el adminstrador del blog ha puesto encima del tapete de juego, y que no es más que el temor que hay en todas las Cofradías en general a la falta de hermanos para sacar los pasos, siendo en algunos casos, real y hasta preocupante.
Saludos cordiales
Me uno al debate para comentar una serie de cuestiones históricas en torno al verduguillo. A lo largo de los siglos el anonimato ha pasado de ser un acto perseguido y delictivo en el siglo XVIII a una forma habitual de entender desde un punto de vista personalista la Semana Santa actual.
A comienzos del siglo XX hay tensiones entre las hermandades -cuyas salidas en procesión estaban rodeadas de un ambiente festivo y costumbrista- y las instituciones eclesiásticas, que tratan de dirigir la Semana Santa hacia una espiritualidad más silenciosa y ordenada. Con la victoria de Franco en la Guerra Civil y la violencia iconoclasta precedente, las pastorales de los Obispos tienen mayor aceptación en las Hermandades y se impone el verduguillo, un ritmo castrense y ordenado en las procesiones, la prohibición de aplaudir o entrar en los bares con la túnica puesta. Otro tema es medir hasta qué punto estas disposiciones eclesiásticas se acataron, como vemos en la fotografía.
Todas las hermandades fundadas después del Concilio Vaticano II tienen en la uniformidad el verduguillo -o similar- en su uniformidad porque responden al nuevo espíritu religioso del concilio, basado en una fe más introspectiva, anonima, y en una forma de perpetuar las tradiciones religiosas alejada de personalismos y protagonismos sociales.
El cofrade que participa desde entonces en la Semana Santa se siente protagonista, pero sin exhibicionismo. Su protagonismo sólo lo conoce él, y es suficiente.
Sobre el debate de verduguillo sí o no se han dicho cuestiones muy interesantes, pero creo que hay que mirar a nuestro alrededor. En todas las semanas santas importantes de España, del norte y del sur, no se reconoce un rostro, porque se entiende que la penitencia es anónima y que no se puede convertir en la fiesta de la vanidad.
Entiendo que el cambio puede ser difícil pero, francamente, si hay hermandades que imponen el anonimato y se quedan sin hermanos de carga… significa que el único cometido de esa Hermandad era el de pasarela de personajes.
César Rina Simón
Muy buena la reseña histórica César, me vas a permitir que me guarde esos párrafos para futuros trabajos, me parece una información súper interesante.
Sin embargo, me vas a permitir que te lleve la contraria en un detalle: hay muchas Semanas Santas en España importantes (aparte de la de Cáceres, que como sabemos es la más importante de todas) en donde bastantes cofradías llevan a sus hermanos de carga con la cara descubierta, igual que ocurre en nuestra ciudad. Léase por ejemplo Murcia o Málaga, por citar algunos ejemplos conocidos, aunque hay muchos más.
Evaluar el verduguillo únicamente desde el punto de vista del lucimiento o del anonimato, en mi opinión, es simplificar mucho el asunto. Hay muchos hermanos -yo diría que la mayoría- que participan en cofradías a cara descubierta y este tema no les preocupa lo más mínimo. De hecho la inmensa mayoría creo que participamos tanto en hermandades con verduguillo como sin verduguillo. Lo mismo que hay hermanos, aquí y en cualquier ciudad, que por mucho que no se les vea debajo del paso luego bien que se encargan de ir presumiendo durante todo el año de que soy tal o salgo con fulanito. O el costalero que cuando va de relevo se tira media hora delante del paso. Todos sabemos que ocurren esas cosas. Bajo mi punto de vista, son excepciones y no merecen que les demos excesiva consideración.
Yo siempre he defendido que hay que mirarse menos el ombligo y mirar más para afuera, hay muchísimas cosas que aprender de cómo se hace la Semana Santa en otras ciudades, sobre todo en cuanto a gestión y al cuidado por los detalles. Pero hay muchas otras en las que no hace falta fijarse en nadie, porque no responden a un dilema de si están «bien» o «mal» hechas. Son cuestiones propias, de estética y de tradición. Es decir, puede que nos gusten más o menos, pero no cabe cuestionarlas como correctas o incorrectas. Por culpa de esto yo tengo desde hace años una lucha particular con mis hermandades y el vicio de usar luz artificial apuntando a los rostros de las imágenes, algo que me parece horrible pero que está muy arraigado y no hay forma de cambiarlo -me temo que yo no lo veré….
Yo desde luego preferiría que todo el mundo fuese cubierto. Pero también tengo muy claro que prefiero mucho antes ver una cofradía con ocho pasos en la calle, aunque vayan sus hermanos descubiertos (que tampoco me parece que supongan un problema muy grave) que verla con seis o siete y con todos sus hermanos cubiertos. Arriesgarse a no sacar a la calle un paso o una imagen que lleva décadas o siglos paseando por Cáceres sí que me parecería un problema bastante grave, un atentado contra la historia de nuestra ciudad y un retroceso enorme en la labor de las cofradías.
Y para no meterme en charcos no voy a entrar a comentar algo que ya ha apuntado Juanjo antes: hay hermandades donde vamos todos con verduguillo y la estación de penitencia es un repertorio de chistes, de tertulia, y de hablar en voz alta. O sea que no es un problema de la vestimenta, sino principalmente de actitud y de que las directivas –y los jefes de paso– le den a estas cuestiones la importancia que se merecen.
Muy bunas tardes, estoy de acuerdo con casi todos los comentarios, pero podemos pedir a los hermanos de carga que se cubran el rostro, cuando la gran mayoría de los directivos de nuestras cofradías lo llevan descubierto.