1982 – Inesperado renacer cofradiero
Ahogados en un océano de dudas, un modo de suicidio como otro cualquiera, los actos que giran en torno a la Pasión los organiza este año la «Comisión de Cofradías Penitenciales de Cáceres». Éste es un organismo de nuevo cuño cuya misión parece más salir del paso que promover un verdadero realce y difusión de la Semana Santa a largo plazo. Podemos recordar, como ejemplo del clima enrarecido que se vive por estas fechas, la insólita pastoral que el obispo Jesús Domínguez Gómez dirige, el día 1 de abril de 1982, a todos los cofrades cacereños, animándoles a participar en los desfiles y a hacerlo con el máximo orden y respeto. Es para pensárselo: el mismísimo obispo pidiendo a los cofrades que cumplan con su obligación para que esta historia no se pierda. De camino, el prelado subraya en su escrito el papel catequético de las procesiones como expresión de fe popular.
Del antiguo asilo de Cánovas solo queda un poso de polvo y escombro, sobre el solar donde pronto se levantará el actual edificio de las Hermanitas de los Pobres. Por este motivo la burrina asoma el hocico, a las 11:15 horas del Domingo de Ramos, por la puerta principal de San Juan -estampa perdida y rescatada para nuestros días con el traslado procesional hacia ASCIJF el Viernes de Dolores-. Comienza a llover tras la bendición de palmas, y la plaza de San Juan tórnase lunar mosaico de plásticos y paraguas. Quizá sea el momento propicio para guarecerse al calor de las gambas a la plancha que nos seducen astutamente calle abajo, con el aroma y la ayuda inestimable de un extractor bien orientado. El agua no impide que la hermandad de los Ramos complete un cómodo itinerario por Pintores, Moret, Concepción, General Ezponda (un eje urbano aquél mucho más habitual que hoy día en los recorridos procesionales), Plaza Mayor y vuelta por Pintores hasta San Juan. Por fortuna, tampoco impide que a estas alturas veamos en el plato más que un amasijo grasiento de bigotes, cáscaras y servilletas arrugadas. ¿Cuántos apaños, cuántas locuras, cuántas cofradías no habrán nacido garabateadas sobre estas servilletas? Y cuántas no habrán quedado olvidadas después de pedir de la cuenta, durmiéndose para siempre sobre los mostradores del Adarve.
El Lunes Santo, tras la desaparición de la conocida como «Procesión de los Caballeros Mutilados» –la del Cristo de las Batallas- se viene celebrando un vía-crucis al santuario de la Montaña con animosa participación popular. El Martes Santo el Cristo del Perdón realiza su recorrido estándar, adarve abajo, acompañado de numerosos fieles que aguardan con bastante antelación la llegada del cortejo, sobre todo en la Plaza Mayor. Buena nueva, vive Dios. Un megáfono sirve para que la presidencia eclesiástica dirija las estaciones del vía-crucis hacia la muchedumbre.
El Miércoles Santo sorprende la masiva afluencia de mantillas acompañando a la Virgen de la Esperanza. Las féminas responden de esta manera al llamamiento que la cofradía de los Ramos proclama por Cuaresma, y recuperan una costumbre que venía consumiéndose en franca decadencia. Como observamos en la foto, también escolta a la Virgen de la Esperanza una escuadra de la Policía Nacional. Persisten, empero, los problemas para completar las procesiones y turnos de carga. Ya era norma común entre las hermandades el trasvase de hermanos, sin importar naturaleza, túnicas o distintivos.
Miércoles, 7 de abril de 1982. Virgen de la Esperanza por Moret. Ilustres cabezas de varal (y I)
La Vera Cruz procesiona el Jueves Santo sin incidencias pero nuevamente con tres pasos, ya que el misterio del prendimiento sigue maldito por el gafe. Antes de Semana Santa un grupejo de tunantes, se cree que drogadictos en busca de cobijo, acceden y prenden fuego al almacén de la cofradía. El Beso de Judas sufre graves desperfectos y quedan inútiles las otras dos figuras secundarias, sayón y soldado romano. Como nota más alegre, debuta aquí en San Mateo la banda de cornetas y tambores del grupo de Barriadas Unidas, que después se sumaría también a otros cortejos. Barriadas Unidas era el nombre de un conjunto de majorettes que germina en el barrio de Llopis, compuesto por un grupo de chicas –encargadas de las coreografías- y una banda de cornetas y tambores, que interpretaba marchas de ordinario y participaba también en los principales festejos populares de la ciudad. Este grupo quedará disuelto en 1985, pero algunos de los muchachos se animarían a seguir adelante con la banda, dando lugar al embrión de lo que más tarde sería la histórica banda de CC y TT del Stmo. Cristo del Humilladero.
Amparada por la fe inquebrantable de su barriada, la cofradía del Humilladero no tiene problemas para sacar sus pasos a la calle. Sale a las 23 horas de la iglesia del Buen Pastor (desde donde hoy procesiona el mismo Cristo de la Preciosa Sangre en silente vía crucis) para recorrer Costa Rica, Colombia, Avda. de Cervantes, Avda. de la Hispanidad, Avda. de la Bondad, Colombia y Costa Rica. Venancio Rubio, el escultor cacereño cuya gubia dio la vida a María Corredentora, había fallecido pocos meses antes. No faltan las saetas a cargo del Casares y de Dieguino de Cáceres, por entonces junto a la Navera y al Niño de la Ribera los únicos que mantenían viva la tradición saetera en Cáceres.
La Madrugada cubre también con holgura los turnos tanto de carga como de escolta en todos los pasos. En un desfile muy lucido, por primera vez son cuatro bandas las que acompañan al Nazareno: la Banda Municipal, la Cruz Roja, la de Pinilla y la de Barriadas Unidas. De alguna forma viajan por entre las frías brisas de la amanecida una corriente de cambio, un color más vivo, un indicio de fervor renacido. El Cristo de las Indulgencias ha tocado su paso con el cariño y la nostalgia en recuerdo a Guillermo Pache, jefe de paso que también había fallecido pocas fechas antes de la procesión. Su vara de mando y su carnet viajan este año con el Cristo. Al filo de las 9 de la mañana del Viernes Santo tiene lugar el tradicional desayuno de hermandad en la cafetería de la facultad de Filosofía y Letras, costumbre que si fuera por este que escribe ya estaría recogida en los estatutos de la hermandad.
Viernes, 9 de abril de 1982. El Calvario, por Santiago. Ilustres cabezas de varal (y II)
El Cristo de los Estudiantes, bajo un sol espléndido, define un nuevo recorrido casi idéntico al que conservaría hasta bien entrado el siglo XXI: Santo Domingo, Concepción, Moret, Pintores, San Juan, San Pedro, Donoso Cortés, Sergio Sánchez, San Juan, bajada por Gran Vía hasta Plaza Mayor. De ahí, en lugar de regresar ya por General Ezponda, bajaba por la Plaza del Duque hasta Margallo y Ríos Verdes. Abandona de este modo la subida hasta San Jorge que mantuviera por espacio de cuatro años. El aumento de la participación cofrade y ciudadana queda también patente por la tarde en el cortejo del Santo Entierro.
La cofradía del Nazareno mantiene su desfile a las 22:30 horas del Viernes Santo, con la Virgen de la Misericordia y la Cruz Vacía por Godoy, Zapatería, Gabriel y Galán, Plaza Mayor, Pintores, Moret, Concepción, Santo Domingo, Sancti Espíritu, Muñoz Chaves y Camberos hasta Santiago. La procesión del silencio duraba poco más de dos horas, y cada vez contaba con menos público, sin duda desubicada a causa de su horario inoportuno. Y concluye la semana de pasión con la procesión del encuentro, que partía a las 11 horas de una mañana más gris que las jornadas precedentes. Tanto la Virgen de la Alegría como el Resucitado realizan el mismo recorrido, juntos y por separado, que disfrutamos en la actualidad.
Sin poder precisar ningún motivo con certeza, lo cierto es que la mejora en la Semana Santa del 82 es palpable y calificada de «inesperada» por propios y extraños. Y seguramente percibamos con mayor nitidez este efecto ahora, con la perspectiva del tiempo, que lo que los propios cofrades intuían en el transcurso de aquella semana. Sabemos que, por lo acuciante de las circunstancias, las hermandades realizan llamamientos a la implicación y piden ayuda casi desesperada, pero tal vuelco en la tendencia participativa no encuentra explicación lógica ni aparente. La gente de Cáceres retorna a las aceras para arropar sus devociones. Los hermanos dejan crecer su barba y sus ganas de cargar, sin importar en cada golpe de horquilla dejarse un golpe de su vida. El ayuntamiento pone su granito de arena enviando representación institucional a todos los desfiles procesionales, sin excepción. Incluso la Audencia Provincial, por medio del magistrado Crespo, manda representación institucional a las procesiones. Al calor de esta feliz noticia asoman ya las primeras voces pidiendo nuevas miras y un mayor aprovechamiento turístico de la Semana Santa, un festejo que trasciende ya el ámbito religioso para convertirse en un gran acontecimiento a nivel local. Estamos asistiendo, sin dudas y sin miedos, a un hermoso proceso de resurrección espontánea.
– Continuará con el capítulo: 1983 – Reencuentro con la Semana Santa
– Consulta el índice de la serie: Semana Santa de Cáceres – Los años perdidos (1970-1986)