58

Con la corona en la mano,
muy despacito y de puntillas,
remangándose la ropa
sin decir nada quiso escapar.
Dejando a su iglesia sola,
tirando la cruz al suelo,
se vino a nuestro corrillo
y allí de pronto se puso a hablar:

“Me he bajado hoy de mi paso
para escuchar alguna saeta,
para gozar de tus sabores
y oler el polvo de entre las grietas.
Allí no hablaba con nadie,
nada más que con el aire,
hace tiempo que lo quería
y ya más no he podido aguantarme.
Cuando piso por esta acera
hasta me creo que puedo ver,
aunque sé que soy de madera
y es imposible, no puede ser.
Qué alegría si fuera niño,
y tuviera sangre en las venas,
y ensuciarme aquí las rodillas
y despeinarme en ti mi melena.
Qué alegría si fuera niño…”
El muchacho nos repetía,
“Pa poder jugar en la plaza,
y en sus portales me perdería”.

Ya vale por Dios, chiquillo,
qué estás diciendo… cállate ya
¡Si eres tan cacereño
y tan humano como el que más!
Y cuando sale tu paso,
y te meces con la brisa,
al niño pintas sonrisas
y a los mayores haces llorar.
Que aunque estés cansao de luchas
cada vez eres más importante
y tú, paisano, tienes el arte
de encoger a la gente los corazones a tu manera,
aunque tu cuerpo y tus entrañas,
amigo mío, sean de madera.

One thought on “58

  1. me has dejado los pelos de punta, que pedazo de poesia, gracias por ella y por todo lo que escribes.

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