Dicen muchos embutidos
en el disfraz de enterrador
que lo nuestro sigue vivo
pero corre de mal en peor,
que se va perdiendo la poesía,
y que ya no saben si estamos
en Cáceres o en Andalucía.
Escúchame chaval,
hoy que empezando estás,
en este mundo
de los varales.
Si olvidas lo de aquí,
quizás me oigas decir:
¡pobre diablo,
qué poco vales!
Tú que estás comenzando a hablar en mi idioma,
oye lo que cuento,
que esto es poca broma:
Que con tus quince años nuestro futuro cae sobre ti,
que no se equivoquen,
que éste no es el fin.
Que nunca dejarán que esto se nos muera
las generaciones
que no desesperan.
Que hay que sentir el paso
en cada horquillazo del corazón,
y seguir los trazos
del eco del bombo
como un diapasón.
No te dejes confundir
por los tristes de repertorio,
que este compás por las nubes
ni lo verás en el conservatorio
ni en los vídeos de Youtube.
Aprenderás a colocarte
y a resbalar en las cuestas
y a blasfemar en los baches
y a arañarte en los adarves.
Y cuando menos te des cuenta
ya sabrás lo que es el arte.
Que ya quisieran muchos
disfrutar estos olores,
caminar por estas piedras
y regarlas de sudores.
Que no eres más adulto
por cargar con los mayores,
que no es el paso más grande
quien te va a dar los honores.
Con humildad y respeto
te verán más importante,
y sin ellos en esta zambra
serás pa siempre un don nadie.
No quieras engañarte,
diciendo que triunfaste
cargando aquí y allá.
Que de un año pa otro
las caras no se olvidan
Que si te pasas de listo,
aquí muchos te vigilan.
No te cuelgues más medallas,
que en esta fiesta de ojeras,
querer servir a tu pueblo
es la medalla primera.
Y llévales lo que esperan
con tu carne de gallina
y tu herida por bandera.
Que ellos no tienen tu suerte
de ir a hombro caliente
contando las horas en la madera.
A ti muchacho, si me estás leyendo
con tus quince años, y tu atrevimiento,
defiende lo tuyo con rabia y orgullo
y nunca olvides, maldita sea,
que aquí naciste, que da igual lo que veas,
que aquí están tus raíces, también tu familia,
que antes que una litrona, te agarraste a la horquilla,
que la insolencia no brilla, y el varal nunca perdona.
Que tú no sabes lo que es
un Viernes Santo sin pasos,
¡ y no porque se mojaran!
es que nadie quería sacarlos.
Que esto que ahora disfrutas
costó desvelos y guerras,
y lustros soportando la nada,
y muchos se comieron la tierra
pa que hoy tú escupas las gambas.
No olvides chaval este canto,
en lo que te reste de vivir,
de uno que acaba de nacer
y aun le queda por aprender
casi tanto como a ti.